4 de octubre de 2008


LA SAL EN EL ALMA


Como el faro que alumbrara,
Entre la niebla, mi barco,
Llega una luz mortecina,
Cabo ardiendo en el pasado.
No vislumbro, roto el mástil
Y el catalejo nublado,
Si son ciertos sus destellos
O un espejismo soñado.
Desde la costa, en su llama,
Llega el murmullo de un canto,
Mas no sé si es de sirenas
O de serafines cárdenos.
Me requiere, en la zozobra
Que en el piélago me ha anclado,
A reflotar la esperanza,
Tras su euritmia navegando.
Y el fantasma que abarrota
Mi sentina con su llanto,
Con la sal pegada al alma,
Le pregunta desolado:
“Cómo emerger del abismo
Que amortaja mi naufragio
Si no se encuentra tu puerto
Marcado en mis portulanos”.

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