LA SAL EN EL ALMA
Como el faro que alumbrara,
Entre la niebla, mi barco,
Llega una luz mortecina,
Cabo ardiendo en el pasado.
No vislumbro, roto el mástil
Y el catalejo nublado,
Si son ciertos sus destellos
O un espejismo soñado.
Desde la costa, en su llama,
Llega el murmullo de un canto,
Mas no sé si es de sirenas
O de serafines cárdenos.
Me requiere, en la zozobra
Que en el piélago me ha anclado,
A reflotar la esperanza,
Tras su euritmia navegando.
Y el fantasma que abarrota
Mi sentina con su llanto,
Con la sal pegada al alma,
Le pregunta desolado:
“Cómo emerger del abismo
Que amortaja mi naufragio
Si no se encuentra tu puerto
Marcado en mis portulanos”.
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