¡ BRAVO BRAVITO !

Hay momentos en los que uno, quiera o no quiera, pasa vergüenza. Algunos son de lo más naturales, hasta inocentes. Por ejemplo, adolescente que pasea por el pasillo de unos campamentos con un rollo de papel higiénico en la mano. Una mujer de mediana edad comprando Hemoal en la farmacia. Un treintañero cambiando cromos en una plaza cualquiera. Un padre abrazando un coche...sí, abrazando un coche.Ayer pasé, por casualidad, por donde dejo el coche aparcado cada día en el trabajo. Eran las once de la mañana. Es un parking abierto y relativamente grande. En el entorno podía haber unos 3o coches fácilmente. Vi que sobre el parabrisas había una papel. Publicidad, pensé. Pero me fijé un poco más y en ninguno de los coches había papel, tan solo en el mío. Me fijé entonces con más detalle, y vi que mi bravito tenía los retrovisores tristes y le lloraban las llantas. No podía creérmelo, los faros traseros sonrojado de la tristeza, pareciera incluso más pequeño, como si estuviera encogido. Me acerqué, sorprendido de percibir la tristeza de mi propio coche. Por intuición, y por matemática, era la única variable nueva, pensé que el papel pudiera ser responsable, tal vez el papel no era publicidad, sino un aviso de un grupo de matones, tal vez una banda de 4X4 cansados de que el bravito descanse en su territorio. Cogí el papel y lo leí. Era una oferta de un coche de segunda mano. Pero ¡ qué coño !, me dije, ¿es que de todos los coches que hay aquí soy el único que tiene pinta de necesitar uno nuevo ?. Y entonces lo entendí, no eran matones, ni nada por el estilo, no era miedo, era tristeza, mi coche estaba triste, pensaba que aquel papel evidenciaba su adios, el abandono de su dueño. Así que me decidí a abrazarlo, para hacerle entender que yo jamás lo abandonaría, que serían sus bielas, y probablemente la junta de culata, la que nos abandonaría a ambos antes.