23 de octubre de 2008

3 AÑOS Y MATAPERROS

Tengo un puesto de cierta responsabilidad en una multinacional. ¿Cómo definir esto sin entrar en detalles?, pues digamos que al igual que yo tengo que rendir cuentas hacia mis jefes, los hay que tienen que rendir cuentas hacia mí. Saqué la carrera, trabajando a media jornada, en mi año salvo por tres asignaturas para las que necesité un cuatrimestre más. En la etapa de EGB era un niño de notable de media, tirando al sobresaliente. Pero, aquí viene la gracia, durante tres o cuatro años de mi vida me despisté y di prioridades a cosas como tocar la guitarra, leer, escuchar música o estar con los amigos y las amigas, frente a los libros. Dónde iba a parar, eran tremendamente aburridos (¿quien no cambiaría una clase de latín por un banco al sol con una quinceañera?). Así que durante algunos años (casi hasta que aprobé la selectividad) fue un estudiante algo díscolo y juerguista. Pues hoy en día, aun pervive en mi entorno la sensación de que fui un desastre, que no se sabe como fui capaz de sacar adelante una carrera (y supongo que ahora una familia). Fueron tres o cuatro años que marcaron la percepción de mi entorno familia hacia mí, y es un sanbenito que jamás podré quitarme. Ahora que soy padre y me voy preparando para lo que me espera con la adolescencia de mis hijos, reflexiono mucho sobre estos temas, sobre lo peligroso que es etiquetarlos, condenarles a nuestro prejuicio. Formar una personalidad con la losa negativa de lo que ya se piensa de ellos, prácticamente hagan lo que hagan, es un ejercicio agotador que no todos los jóvenes saben llevar por buen camino (y sé de lo que hablo). En fin, ya que cometeré errores, espero al menos no repetirlos.

2 comentarios:

Elena dijo...

Estaremos cerca, intentaremos guiarles bien, pero los que tienen que andar el camino son ellos.

Reviviremos la historia desde los ojos y los sentimientos de nuestros padres, .... es el ciclo de la vida.

¿quién dijo fácil?

Anónimo dijo...

soy madre de uno de 22/ Veo que hace cosas que veo pérdidas de tiempo, que no conducen a nada, que si sigue así no tendrá futuro, que mejor haría tal y tal.... Y luego le descubro feliz porque lo que está haciendo le place, y me dice con otras palabras que él es quien elige, no yo. Así que, nada que hacer. Para todos los padres: son ellos quienes eligen.