Recuerdo que en casa de mis padres el timbre o el telefonillo podía sonar en cualquier momento. Nadie se asustaba. Ya podía ser un vecino de visita, una vecina pidiendo sal (o charla), las amigas de mis hermanas o los míos. Curiosamente cuando crecimos para llegar a la mirilla dejamos de usarla, se abría y luego se preguntaba. Lo más seguro es que conocieras a quien llamaba. En cambio, en mi casa, una llamada a la puerta casi siempre es esperada. Anda, mira, ya han venido los abuelos. Ahí están los primos. Ya llegaron los del pueblo. Así, cuando no esperas a nadie, y suena el timbre, sobre todo el de la puerta de casa, al borde justo de la intimidad (y seguridad) de tus hijos, el corazón se pone receloso. Y treinta años después vuelvo a encontrarle utilidad a la mirilla. Y pregunto. Y después abro, porque algo hay en mi educación que me impide dejar la puerta cerrada y decirle que no puedo atenderle. Ayer fueron dos tipos jóvenes representantes (eso decía su tarjeta, al menos) de la ONG Save the children. Al abrir, lo hice con cautela, abriendo lo justo puerta, y más cuando uno de ellos se echó para atrás sorprendido y soltó ¡vaya ojos! No, mira, no puedo atenderos, soy un padre a las ocho y media de la noche y no tengo tiempo ¿Y en otro momento? Les miré, fingí una sonrisa y les dije que no, que no era ni el momento ni el lugar. Estando como están los tiempos de la publicidad y la globalidad ¿qué sentido tiene el puerta a puerta? Recelo, lo siento, si suena el timbre y no sé quien es, recelo...
16 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
En mi casa suena el DING-DONG...y yo desde cualquier punto de la casa lanzó un:¿¿QUIEN ES???
y sigo preguntando hasta que dice el nombre ,si no me contestan insisto,.... testigos de geova...entonces abro y digo lo siento es que yo lo tengo claro y no quiero que perdais el tiempo...el resto suele ser gente del pueblo a vender lotería para hacer la fiesta...Es lo que hay! y estan a los que se les espera, a esos les saludo con VOYYYYYYYY.
Besos
Al tener dos puertas, la de la calle/patio de alante cerrada, y la propia de casa 6 escalones arriba....oteo, saludo y si hay que decir, gracias no me interesa lo digo...pero ese espacio me da tranquilidad, eso sí que es cierto. Te entiendo Larrey, llamadas a horas donde la "normalidad y tranquilidad" reina en tu casa...mmmmmmm, que no, que no me gustan, ... incluso, me asustan. Bss
Y en la globalidad tampoco entiendo el marketing telefónico. Me han llamado de una empresa de telefonía móvil a las 9 y media de la noche. Mi respuesta:"¿tu sabes qué hora es? mira tengo dos hijos, a los que acabo de conseguir que se duerman, este es mi momento y lo estás estropeando. Adios".
"Soy un padre a las 8:30" "Vaya ojos"
Vaya tela colega.
Publicar un comentario