CISMA
En sueños le entregué mi corazón
a una Venus de cera y claros ojos;
juré rendirle eterna devoción
ante su altar postrándome de hinojos.
Mas luego, al alba, ¡qué desilusión!,
blindado vi el Olimpo de cerrojos,
mudando, a la intemperie, en cuajarón
mi ofrenda y sus arrítmicos despojos.
Insomne, desde entonces, con el hueco
doliéndome, aun vacío, en las entrañas,
deambulo entre las lóbregas marañas
nacidas de aquel pérfido embeleco,
sin fe, evangelio, ofrenda, ni deidad
do hallar, ya ciego diablo, otra verdad.
En sueños le entregué mi corazón
a una Venus de cera y claros ojos;
juré rendirle eterna devoción
ante su altar postrándome de hinojos.
Mas luego, al alba, ¡qué desilusión!,
blindado vi el Olimpo de cerrojos,
mudando, a la intemperie, en cuajarón
mi ofrenda y sus arrítmicos despojos.
Insomne, desde entonces, con el hueco
doliéndome, aun vacío, en las entrañas,
deambulo entre las lóbregas marañas
nacidas de aquel pérfido embeleco,
sin fe, evangelio, ofrenda, ni deidad
do hallar, ya ciego diablo, otra verdad.
1 comentario:
Clamaste demasiado tu idolatría
Sin tenerla dentro
Quizás notó falacias
En tu titubear
Espérala paciente
Quizás el Cisma no fue consumado.
Un abrazo, León.
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