¿Es lícito hacer trampas? Como siempre lo pienso por la educación de mis hijos ¿Debo castigarles si alguna vez hacen trampas? Se me ocurre un ejemplo en el que me costaría, porque cuando el ingenio se agudiza para hacer, pongamos comillas, "trampas" ¿debo castigar la puesta en marcha de recursos que le permitan superar una circunstancia adversa? El ejemplo parte de mí mismo y de los castigos que se prodigaban en las escuelas de mi infancia ¿quién no ha escrito cien veces en un papel una frase del tipo "no hablaré más en clase"? Pues yo, que era más bien de los de hablar, agudicé el ingenio porque aquello me parecía soporífero, pudiendo estar en el patio o en la calle dando patadas a un balón sentarme frente a un papel a cumplir mi penitencia era un suplicio. Así que diseñé un artilugio para facilitarme la tarea. Ideas como estas devinieron en el mote de mi infancia: Mac Guiver. Utilizaba dos, y hasta tres lapiceros o bolígrafos (mejor al ser redondeados) y con celo (mi herramienta fetiche) los colocaba perfectamente alineados. El tamaño de un boli bic sobre otro equivale a las cuadrículas de un cuaderno. Así que la frase, en lugar de cien , bastaba con ejecutarla 33 para escribirla las cien a las que me habían condenado. Técnicamente es hacer trampa pero ¿me hubieras castigado por ello?
23 de junio de 2010
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1 comentario:
Sí (técnicamente hablando); a escribirlo 200 veces más. Pero te habría premiado también por tu ingenio.
Abrazos.
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