Mi hijo mayor se graduó. Ahora deja la escuela y pasa al inmenso, desconocido, desconcertante y fascinante mundo de los coles para mayores. Se cierra el primer ciclo de su vida. En la escuela hacen la fiesta de fin de curso y adquieren especial protagonismo los mayores, los que la abandonan. Los padres de esos niños tenemos reservada la primera línea en las butacas y cámara en triste nos preparamos para llorar como niños. Fue emocionante verlos como hombrecitos y mujercitas recibir el diploma, dar el beso a la directora, que llora a moco tendido, como cada año, a todas las profesoras, que igualmente reprimen la lágrima como buenamente pueden. Los padres, ya perdido el decoro, moqueamos sin pudor alguno. Ahora entiendo a las madres de antes, las que miraban con tristeza ver sus hijos crecer. Nosotros perdemos al niño de cinco años que iba a la escuela infantil. Ganamos otro, sí, es verdad, porque eso es crecer, mutar tu piel de niño por la de adolescente, la de adolescente por la de joven, la de joven por la de adulto...y los padres vemos esa piel mutada con tristeza y entiendo que quienes, como las madres de antes, volcaban el 150% de su vida, de sus anhelos, de sus desvelos, en sus hijos sintieran como una pérdida ese paso, ese crecimiento. Si, sabemos que es así, que es ley de vida, que ellos irán siendo felices, tendrán nuevos amigos, nuevos retos, nuevas querencias, nuevos círculos, nuevas pasiones. Pero ahora se me hace un nudo en la garganta cuando me pregunta ¿y yo por qué no voy a poder ir toda la vida con mis amigos al colegio?
22 de junio de 2010
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1 comentario:
Lo primero mi enhorabuena por ese nuevo Graduado, porque ahora empieza una nueva etapa en su vida...y en la de sus padres. Por cierto, la pajita le queda muy bien con esa melena, je,je,...¡le encontré! Un SUPERBESO...aún os queda un bebé...el mío se licencia mañana, aysssss, a PRIMARIA con su hermana.
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