9 de junio de 2009

LA SELECTIVIDAD


La selectividad no llega a ser como la mujer de la curva, porque sabemos donde está, todos los años por estas fechas, pero casi. Es un momento mítico y una espada de Damocles que pende sobre el adolescente desde los quince años. En la selecitivdad, que es como el triángulo de las Bermudas del estudiante, ha pasado de todo. Recuerdo cuando fue mi hermana, unos años antes que yo porque siempre fue mejor estudiante, la observé por la ventana alejarse con su mochila como quien ve a un hermano partir a la batalla: que tengas suerte y vuelve entera. De adolescente la verdad es que no valoras la importancia de las cosas (¡ ni falta que hace ¡) Para mí era más relevante haberme aprendido una docena de acordes en la guitarra que todos los conocimientos filosóficos imaginables. Viví la selectividad con cierta rutina, quizá con inercia. No sabía que iba a ser de mi vida porque, en definitiva, lo único que me importaba era que mi guitarra estuviera afinada para poder cantarle a mi chica. Iba camino de los 20, la mili hecha y como profesión un título de socorrista. Aprobé las dos asignaturas que me quedaban de COU y entonces apareció ella, la temida selectividad. Me presenté sin demasiado tiempo para estudiar, aprovechando los días de lluvia en el botiquín de la piscina. Descubrí, no lo niego, cierto gusto incipiente por el estudio y, sobre todo, por la planificación. Hice un riguroso plan, certero y consciente de mis limitaciones y estudié a fondo lo que podía estudiar. La universidad era el mundo de los mayores, de los grandes. Como teníamos amigos ya estudiando habíamos ido incluso a fiestas, pero entrar en sus aulas, sentarte en una de sus sillas, uf, que gran experiencia, que gran empujón al ego. Tres días intensos y mucha suerte. Al final aprobé, con cierta holgura para mi historial. Entonces se abrió una puerta con la que no contaba, no tanto porque la viera imposible, como porque pensar más allá de dos meses me resultaba complicado: ¿podría estudiar una carrera? ¿yo, el Larrey de los pantalones pintados, la guitarra, los cuadernos repletos de historias, la cabeza llena de pájaros estudiando una carrera? Pues sí. Ahora veo la selectividad como la cima de mi carrera, llegue exhausto, sin fuerzas, miré el horizonte, lleno de nubarrones y tomé fuerzas. Si hubiera suspendido, algo totalmente previsible, quizá mi vida hubiera sido otra, quizá nunca hubiera estudiado, quizá nunca me hubiera sentido capacitado para ello. Mi futuro no hubiera sido económicamente mejor o peor, ni tan siquiera anímicamente, pero hubiera tenido que vivirlo con la losa permanente de ser el zoquete de la familia. Bueno, ¿para qué os lo voy a negar? esa losa no me la logró quitar ni mi sorprendente selectividad ni mis años de buen estudiante universitario. Pero esa ya es otra historia…

6 comentarios:

dafne dijo...

Yo tengo que decir que llevo fatal lo de la selectividad,como si la fuese a hacer yo.
Recuerdo la mia y sufro por la de mi hijo que la empieza hoy.
Cuando esta mañana lo acerqué al tren para que coincidiese con su compañeros a las 7 de la mañana,también lo vi bajar con su mochila al hombro,le di un beso y no le dije nada más para no agobiar,porque se le ve tranquilo.
Yo espero que tenga nota para lo que el quiere y si es asi aun le quedarn varios dias mas de prubas físicas...En fin, estoy de los nervios... ocultos of course.

Besos

Larrey dijo...

Aun me quedan unos años para eso y muchas cosas que puedan cambiar, como el fin de la propia selectividad, pero aun así te entiendo perfectamente.

Dudu dijo...

Me has echo recordar mi selectividad. Lo había borrado del sistema operativo, como hago con casi todo aquello que no me gusta. Todo un año preparando un único examen... pedazo de pedo que pillé cuando terminé!!! ja,ja,ja, no todo fue malo

Filoabpuerto dijo...

Lo malo es que nos pasamos la vida haciendo diferentes "pruebas de acceso" en lugar de hacer mas "accesible" la vida a todos

Un saludito

Merce

Pedro dijo...

El mejor verano es el que llega después de la selectividad.

Elena dijo...

Yo no la hice, tuve la opción de elegir no estudiar, porque entré con 13 años en la escuela de una fábrica y con 16 ganar mi primer sueldo.... a veces me he arrepentido y a veces no....¡suerte chicos! Dafne, suerte especial para tu chico.