Cuando la locaza del dependiente entró en el probador con ella no se sintió lo más mínimo intimidad, ni cuando masajeó sus pechos para destacar como el sujetador los elevaba o le ajustaba el tanga. Estas preciosa, nena, sentenció antes de dejarla sola. Después escuchó a una dependienta llamarlo: Ernesto, tu mujer, al teléfono, que el peque tiene fiebre.
6 de mayo de 2009
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2 comentarios:
Yo conozco a más de un Ernesto, y sus mujeres están encantadas con ellos.... aunque el plumero se les vé a la legua, y ellos no hacen el más mínimo por ocultarlo.
Me acabo de acordar de José Luís López Vázquez, ¿cómo se llamaba la película?
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