Ayer soñé que escribía. Me levantaba por la mañana, como todos los días acudía a mi ordenador y me sentaba. Tecleaba con la celeridad y la seguridad de siempre, el soniquete me resultaba de lo más familiar y realista. Pero lo que reflejaba la pantalla no era uno más de mis artículos, de mis cuitas, de mis aconteceres, sino una obra maestra de incalculable, de incuestionable calidad. Era tal su creatividad, su ingenio, su belleza y tino, que tuvo un éxito sin precedentes, empezó a circular como si de un vídeo de youtube se tratara y la gente se preguntaba en las cafeterías, oye ¿has leído el artículo de Larrey?¿Larrey?¿quién es ese? Pues no lo sé, pero ha escrito una maravilla. Incluso algún periódico se interesó por el artículo de tan magnífico escritor, porque mi yo en sueños escribe que ya quisiera Marías o Millás, y le ofrecieron una pequeña columna que con el tiempo pasó a ser también un clásico en la prensa escrita...
Pero después sonó el despertador, y mis dedos volvieron a ser míos, y mi ingenio el que me maltrata, y mi yo despierto luchó, como siempre, para robarle algo de talento a su alter ego dormido, pero éste es muy receloso de su obra, de su arte, y no le entregó nada, y eso que son espejos de sí mismo, pero no logro que se lleven bien. Al final tuve que rendirme a la evidencia y el que se sentó frente al ordenador fue mi yo despierto, sus dedos fueron los que escribieron otro artículo más. ¿Cuando lograremos mi yo despierto y yo convencer a mi yo dormido de que se de un paseo por el otro lado? Una vez, una sola vez, que nos deje un poquito de su ingenio, que al otro lado andamos un poco escasos.
1 comentario:
No te infravalores, escribes muy bien. Otra cosa distinta es vivir haciendo lo que te gusta. Eso es muy difícil y para vivir de la escritura hay que tener una importante dosis de suerte.
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