26 de febrero de 2009


EN UN LUGAR DE EUSKADI

A Emilio G. se le han hinchado los huevos. El otro día los salvadores de la patria vasca, como se hacen llamar las ratas terroristas de ETA y su entorno mafioso, decidieron cometer uno de sus tropecientos mil atentados y saltar por los aires la Casa del pueblo del Partido Socialista de Euskadi en Lazkao.

Emilio G., tal y como aparece en El País, tenía su casa justo encima de la Casa del Pueblo. Además acababa de rehabilitarla, aunque eso es lo de menos, tenía su casa encima de esa institución pública y democrática como la podía tener debajo de un puente. Era su casa y punto.

A los terroristas valientes de ETA se les ocurrió como idea democrática revolucionaria, saltar por los aires esa Casa del Pueblo. Como siempre, y pensando en el pueblo vasco, tal y como predican, no cayeron en la cuenta de que alrededor de esa Casa del Pueblo, símbolo para sus mentes dementes de represión y fascismo, vivía gente. La bomba causó numerosos destrozos materiales pero por fortuna no provocó daños personales, cosa que sí han provocado en multitud de ocasiones, unas mil veces.

Emilio G. cometió el delito de tener su casa justo encima de donde los salvadores atrofiados de la patria vasca decidieron actuar. Tras la explosión de la bomba pasó muchas horas con la incertidumbre de no saber cómo habría quedado su domicilio. Después de descansar unas horas en casa de su novia, por fin pudo ver el estado en el que los miserables patriotas vascos le habían dejado su piso. Y cuando llegó, lo encontró destrozado.

Recién reformado, con la consiguiente ilusión y esfuerzo que eso supone, resulta que unos hijos de puta mafiosos y que pregonan la defensa de los ideales vascos paletos y desfasados, le habían volado su casa, su pasado, su vida, sus recuerdos y sus ilusiones. Su culpa, vivir encima de la Casa del Pueblo en la que se reúnen los socialistas y paisanos que quieren acudir allí libremente a reunirse, dialogar, tomarse un chato, etc.

Emilio G. entonces decidió coger una maza y se dirigió a la Herriko Taberna del pueblo, ese lugar en el que se unen los llamados abertzales, que realmente son unos neonazis con la melenita larga por detrás de la nuca y que visten como hippies pero que resulta que son violentos y eso sí vascos, o al menos eso se creen ellos. Y sus reuniones son para celebrar sus triunfos, es decir los asesinatos, el acoso a concejales, jueces, periodistas o todos aquellos que piensen diferente o que se crucen por su camino de sangre por mala suerte, o donde se citan para llevar a cabo la violencia callejera o donde se intercambian el dinero de la mafia y la extorsión de todos los habitantes del País Vasco que viven amenazados y les sufragan su vida y sus caprichos.

Emilio G. se lió a mazazos con cristales, puertas, copas, televisión, etc, hasta que la Ertzainza le detuvo.

Para mi desde este momento Emilio G. es un auténtico héroe. Es la esencia romántica de un tipo sencillo al que le han jodido la vida los fascistas abertzales vascos. Ha sentido desde pequeño la amenaza en su propia piel porque su padre cometió el delito de ser concejal del Partido Socialista en su municipio y ahora le han destrozado lo poco que poseía.

Las hordas fascistas y nazis de ETA y su entorno no han tardado en llenar el pueblo de pasquines amenazándole junto con toda su familia por fascista y traidor y posiblemente se tendrá que marchar del País Vasco.

Y yo me pregunto, ¿Por qué no hacemos lo mismo todos y les echamos de una puta vez a ellos?. Bien sabéis que no defiendo la violencia, pero ya está bien. Llenemos de pasquines el País Vasco con la cara de los asesinos, sus compinches, los capos de la mafia vasca y toda su tontería. Que cuando salgan a la calle tengan el miedo de que les reconozcan, aunque no les peguemos un tiro en la cabeza como hacen ellos, pero que sientan que son una inmensa minoría. Y boicoteemos sus negocios. Hay que acojonarles y amedrentarles de alguna manera, y quizás por desgracia esta sea la única para que de una vez nos hagan caso. Basta ya de una vez.
Y, ¡ole tus huevos Emilio!.


6 comentarios:

Larrey dijo...

Hay mucha tela que cortar en esto, pero a priori ya le veo un problema: este es fácil, lo de puetearlos y eso, pensarlo desde Madrid, pero vivir allí es otra cosa. Si pusieran mi cara en una diana me cagaría de miedo, pero si fuera la de mi familia me moriría sin más. Y entiendo a Emilio, vaya si lo entiendo, la justicia ha de ser ciega, nosotros no. ¿Qué esperabas de los niñatos del botellón lleno de gasolina?¿que dijeran esto es la guerra y todo vale? No, ahora tienen más argumentos, e incluso tienen la desfachatez de pedir prisión para él porque si hubiera sido al contrario sería motivo de prisión. Tiene cojones la cosa. Siempre lo he dicho, soy contrario a la violencia, pero cuando esta está justificada y no afecta a las personas, sino a las cosas, me cuesta censurarla. Para mí no es un héroe, es un tipo normal al que ya no le quedaba más paciencia. Ahora, ha jodido su vida y la de su familia, seguro que ahora se arrepiente. A lo mejor, lo que tú dices, tendríamos que utilizar el impulso de su acción para darle un giro a este partido en el que siempre pierden los mismos, pero no lo veo fácil, no señor, no lo veo fácil.

Pedro dijo...

Calma. El estado democrático de derecho actuará, y los que quemaron la Casa del pueblo tendrán un juicio con garantías y pagarán por lo que han hecho. No se puede tolerar a estas alturas lo del "ojo por ojo".

Larrey dijo...

Ni mucho menos, pero tampoco podemos demonizarlo o como coño se diga. No es lo mismo poner una bomba que luego ir tu a un bar de los que crees culpables con una maza a cargarte mesas y demás. No es lo mismo.

Pedro dijo...

Nadie está demonizando al de la maza. Simplemente no se puede aplaudir su comportamiento, ni darle publicidad ni convertirle en un héroe.
Tu me destrozas la casa, yo destrozo la tuya. El siguiente paso es inevitable: tu matas a los míos, yo mato a los tuyos.
Me parece una irresponsabilidad alentar y "santificar" al vasco valiente de la maza.

Larrey dijo...

No santifico a nadie, simplemente no seré yo quien vaya a decirle, eh, hijo de puta, lo que has hecho está mal. Como jamás le diré al padre de un asesinado que es antidemocrático que sienta como necesaria la pena de muerte. Por suerte las leyes no las hacen ni el de la maza ni los padres de los asesinados.

Anónimo dijo...

Seguramente no sea un héroe el de la maza, quizás lo haya exagerado. Lo que sé es que ETA es una mafia y su entorno vive de esa mafia. Y yo francamente entiendo el hartazgo de este señor que ha decidido actuar violenta e ilegalmente. Lo que creo es que si en algún momento hubiera una acción-reacción como esta, que es ilegal y no es buena, lo asumo, pero quizás en el País Vasco no habría que aguantar a estos hijos de puta de abertzales manifestándose y riéndose de todos los demás en sus propias narices.
Quizás empezarían a sentir el mismo miedo que sienten los que no piensan como ellos, los que deben ir escoltados y los que sólo por tener una casa en un lugar cercano sobre el que deciden actuar estos mafiosos, véase una simple sucursal de un banco, una Casa del Pueblo, ser vecino de un policía, etc, se vean condenados a la mafia.
Que quieres que te diga pero si yo fuera la mujer del señor que asesinó a mi marido y que ahora tiene una cristalería debajo de su casa, te aseguro que le habría roto los cristales a ese hijo de puta más de cien veces. Es admirable que esa mujer no lo haya hecho, porque yo lo haría.
Por eso me parece que lo que ha hecho este señor, sin ser justificable, es entendible.