9 de febrero de 2009

URGENCIAS

Es extraño, pero resulta gratificante sentirse perdido en las urgencias hospitalarias. El que sea padre y sienta como familiares esos pasillos, la recepción, los doctores, las enfermeras, el calor, el olor, sabrá lo que estoy diciendo. En casi cinco años hemos estado dos veces, una como padres primerizos, visita que duró apenas 20 minutos, y ayer, con el pequeño. Es suerte, lo reconozco. Tengo una forma de relacionarme extraña con los médicos. No suelo ir, si lo hago sin mediar lesión deportiva, es más por presión familiar que por otra cosa. Siempre he creído que mi cuerpo era capaz de solucionar la gran mayoría de dolencias, o al menos debía darle tiempo. Y a las urgencias, mucho menos. Con mis hijos, evidentemente, mi idea es otra, ahí no espero que su cuerpo responda, pero también soy receloso de las urgencias hospitalarias. No soy un incauto o un temerario e insensible mal padre, no, simplemente me lo tengo que pensar. Lo disfrazo de otras realidades, como que en los hospitales, si el niño de verdad no lo necesita, no va a encontrar nada bueno porque quien allí está es porque está enfermo, sino no estaría. Pero también ir al hospital, ahora voy a psicoanalizarme a modo garrafón, es admitir que hace falta, que algo va mal. Y es que los padres, por mucho que te digan, por mucho que te conciencies, no estamos preparados para el dolor de los hijos. Cuando llega, lo aceptas, te adaptas, luchas por encima de tus miedos, pero jamás estamos preparados. Ayer fue una simple (comparado con otras dolencias...) gastroenteritis aguda, tres horas en el hospital con líquidos observando y una tarde y una noche durísimas sin dormir, acunando, hidratando y consolando el dolor intenso del pequeño. Pecata minuta, lo sé, pura vida, lo sé, las que me esperan, lo sé, pero sigo sin estar preparado. Ayer me fijaba en otros padres, no por morbo, sino por salud mental, y me consolaba ver que estaban más preocupados los que esperaban que los que salían. Y cuando alguno llegaba con algo grave, cuando esperaba en la puerta del box, era tal su desconsuelo, su angustia, que daban ganas de abrazarlos y decirles, tranquilos, todo va a ir bien. Porque nunca, nunca se está preparado para el sufrimiento de un hijo.
Estoy deseando que mi pequeño vuelva a ser el de siempre, risueño y divertido, y que de su dolor no quede más que este post.
Ah, no quería cerrar este artículo sin agradecer a la Doctora Ana sus sonrisas y sus consejos. Y mandarle un recadito a Esperancita, la presi, que si se carga la sanidad pública madrileña se cargará un tesoro.

6 comentarios:

Elena dijo...

Espero que el peque se encuentre mejor. Y sí, si pudiéramos nos cambiábamos por el niño ipso-facto.
Hacía mucho que yo no salía corriendo al Hospital, y también me tocó el sábado a las 4:30 de la madrugada...así es, tos perruna, laringitis aguda, corticoide, dalsy y a seguir....un beso.

Jésvel dijo...

Cuando estuve trabajando en el centro de salud, salió este tema muchas veces con los médicos y, ciertamente, los niños son los que mejor se recuperan y hay que ir al médico SÓLO cuando es IMPRESCINDIBLE (nos alarmamos demasiado). En un hospital un niño lo más fácil es que se coja otra enfermedad por contagio.

Larrey dijo...

sería interesante, sino existe ya, un filtro telefónico. En mi caso nos hubieran dicho, vayan a la farmacia, compren el suero tal y durante x horas prueben a hidratarlo y ver si vomita o no. Si no lo hace, estén tanto tiempo así y comiencen poco a poco con la introducción de alimentos. Si vomita, acudan a urgencias.

Elena dijo...

Por un lado está la experiencia, que dicen que es la madre de la ciencia, y por otro lado está el que te cagas del susto...total! que lo que hagas estará bien. A veces esperarás en casa, le automedicarás porque ya te lo sabes y otras saldrás corriendo...Aitor tuvo 12 horas de evolución de una "tos rara" cuando era un bebé, pero esa tos se me quedó clavada en el cerebro, así que en cuanto la oí, tiempo me faltó para salir pitando... eso es lo que hay. Bss

Anónimo dijo...

Si que existe un teléfono de urgencias pediátricas, por desgracia lo he usado mucho, pero no siempre te libras de ir allí, porque te recomiendan que aun así seria mejor que lo viera un medico.
Y si se te parte el alma viéndoles malitos, pero se recuperan a una velocidad...
Dori

Dudu dijo...

Lo primero que espero que el pequeñín ya se encuentre bien. Seguro que sí.

Lo segundo es que siempre he pensado que en las urgencias de los centros de salud debería haber un pediatra. Esto permitiría que sólo acudieran al hospital aquellos niños que lo necesitasen. Muchas veces simplemente necesitas que lo vea un pediatra y te diga, pues le das ventolín, suero, antibiótico o lo que sea. Por ejemplo en Rivas, en el centro de salud en las urgencias no tienen pediatra y me ha pasado de llevar a Alex y decírle yo al médico la cantidad que debía tomar de dalsy según el peso.