10 de febrero de 2009

ADICCIÓN


Hay adicciones que son peligrosas por sus daños colaterales, como las drogas o el juego. Y otras de las que no eres consciente hasta que dejas de tenerlas. Yo me he dado cuenta de que soy totalmente dependiente de la risa de mis hijos. Ahora que el pequeño lleva un par de días pachucho y en 24 horas no hemos escuchado su eterna risa, soy plénamente consciente de ello. Tengo la metadona de sus abrazos, del olor de su piel, de su cuerpo rendido en un sueño febril sobre mi pecho. Sí, todo esto ayuda, pero ando por los pasillos de mi vida como un yonki camino de las barranquillas, la mirada perdida, el gesto torcido, esperando que en cualquier chabola del día a día se de la sorpresa. Porque a ratos sigue siendo el mismo, juguetea, se fija, busca juguetes, la luz, pero la risa está escondida, dormida, vencida por los virus y a mí me flaquean las rodillas del alma y me tiembla el pulso del ánimo porque necesito de esa risa; mi ego, mi paz, mi serenidad, todo mi mundo, se cimenta en detalles como este. La necesito, y la busco, y la esperaré el tiempo que haga falta. Echo de menos a mi saquito de risas, ¿cómo se ha levantado hoy mi sol?

2 comentarios:

Elena dijo...

Es increible que nuestra vida estuviera plena antes de nacer estos saquitos de risa.... un día agradeces el silencio en casa, ¡q gozada! pero suficiente, más no, sus risas, sus ruidos, sus peleas, sus juegos, sus zapatillas de por medio, sus manos pringosas de nocilla..... forman nuestra vida. Seguro se pone bueno pronto. Muchos achuchones al gordito y que no caigan los otros miembros de la family. Bss.

Jésvel dijo...

¡¡¡ BENDITA ADICCIÓN !!! Que se recupere pronto. No hay cosa mejor que estar harto de la "guerra" que dan tus hijos. Uno termina el día agotado Y FELIZ (ellos son la vida entera)