20 de septiembre de 2010

PILLADOS


¡ Vamos a hacerlo ¡ ¿Ahora? Sí, ahora mismo, aquí, sobre la mesa, estoy muerta de deseo. Pero, puede que vuelva. No te preocupes por él, solo preocúpate de mi placer y del tuyo. Echa una última mirada temeroso a la puerta y se deja llevar. No tienen tiempo de desnudarse. Ella está sentada en la mesa, y mientras él se quita los zapatos, se deshace de la ropa interior, arrugando la falda sobre los muslos, para que nada se interponga entre el placer y ella. Se besan con fuerza. Ella comprueba la erección y después dirige al pene dentro de su cuerpo. Tienen que hacer algunos movimientos para que todo encaje a la perfección. Cuando esto ocurre comienzan a moverse con precisión, buscándose la boca, los ojos. Saben que el deseo retenido va a facilitar un orgasmo rápido. Me corro, me corro, grita ella, agarrándose con fuerza al cuello. Me corro, certifica apretando los dientes contra el hombro. Pero siguen el movimiento. Falta un orgasmo. Hasta que suena la puerta, el inconfundible tintineo de las llaves. Mierda, grita ella. Joder, grita él. ¿Qué hago? ¡ A la habitación, vete a la habitación ¡ Obedece, recogiendo, semidesnudo, los zapatos y la camisa del suelo. Su estampa es ciertamente cómica mientras trata de alcanzar la puerta. ¡ Mamá ¡ se escucha desde el pasillo. Ha logrado adecentarse y se abraza a su hijo ¿Qué tal el cole? Bien, muy bien. En ese momento aparece él por la puerta, perfectamente vestido, con cada prenda en su lugar adecuado. ¡ Papi ¡ grita el niño, que corre a abrazarse a su padre.

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