Primero fue Felipe, que decidió darle otro Gas más Natural (y retribuido) a su vida. Y ahora ha sido el ínclito del bigote, que le va a dar un eléctrico empujoncito a su cuenta. Ambos ex presidentes, dados a la continuidad en la sombra, uno más que otro, todo sea dicho, pasan así a nominarse, es decir, a tener nómina, en una empresa privada. Y se nominan, por tanto, en más de un sentido. No me cuestiono su pensión vitalicia, digamos que su rol de ex les acompañará, para bien o para mal, para sus restos y bueno es que se les compense por ello. Me refiero a que están nominados como figuras de referencia en sus diversas líneas de pensamiento. Y todos sabemos lo que les gusta a ambos (a uno más que a otro, repito) andar opinando sobre esto y sobre lo otro, sancionando, aconsejando, recomendando, criticando e incluso, en un alarde de egocentrismo disfrazado de falso altruismo patrio: amenazando con volver. Pues ya no son un locutor válido para opinar sobre el devenir de España. Como buenos profesionales que suponemos son, estarán condicionados por los intereses empresariales del grupo que les paga, y a poco que sean inteligentes, no darán opinión alguna que pueda perjudicar a sus jefes. Esto es, estarán contaminados por los intereses económicos de una forma meridiana y clara, más allá de sus condicionantes (ideo)lógicos. Tanto Gas Natural como Endesa habrán ganado dos buenos asalariados y, sobre todo, publicidad, y el país entero debería ganar en tranquilidad.
12 de enero de 2011
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