21 de enero de 2011

EL SOPLAGAITAS COLCHONERO


A mi amigo Gus no le gusta el fútbol. Con suerte logré hace años que se calzara unas botas y corriera la banda un par de veces. No diré que lo odia de forma activa, pero sí que mantiene un recelo sin paliativos ante todo lo que rodea este deporte. Tiene, además, la mala suerte de vivir casi en la puerta del Vicente Calderón. Y lo lleva con resignación, sin culpar a nadie de los inconvenientes que suponen cada nuevo partido. Ayer el trío K-Kum tuvo su primera reunión, su primera tormenta de ideas, para empezar a pensar en darle un hermanito (mayor, claro) a Llamadas. Quedamos en un bar, sin humo, por cierto, en el centro. Gus y yo, carabancheleros ambos, decidimos irnos en bici. A la ida nos encontramos con el gentío que entraba, todavía entusiasmado, al campo. Un engorro, cierto, porque ni por la calzada, ni por la acera nos era posible circular. Pero se pudo llegar. Mal que bien aparcamos nuestras bicicletas a la hora prevista. La reunión fue eso, una tormenta de ideas donde los relámpagos eran los chascarrillos y los truenos las risas. Duró, cosas tiene la vida, lo que duró el partido. Así que de vuelta volvimos a encontrarnos con la misma gente que volvía resignada a casa. Cánticos, bufandas, risas, lo de siempre. He ido centenares de veces al fútbol y todos los campos son iguales. Cambian los colores de las bufandas, nada más. Yo iba el primero, serpenteando entre coches y personas, cuando escuché un gritó del tipo "puto vikingo". Como no se me ven los cuernos ni por aludido me di, por su puesto. Paré en un semáforo y mi amigo tardó unos segundos en ponerse a mi lado. Venía cabreado, maldiciendo. Que me ha pegado ¿Pegado?¿quién? El pringao que te ha gritado a ti. Después de pasar a mi lado lo hizo junto a Gus y, ni corto ni perezoso, le lanzó un ridículo, pero humillante, puñetazo al hombro. Yo no soy tan inteligente como Gus, que solo le mostró su desacuerdo verbal, y de haber sido al contrario es posible que esto lo escribiera o desde un calabozo esperando testificar o desde un hospital con los huesos rotos. Porque verbalmente creo que estoy capacitado para aguantarlo casi todo, me dejo llevar y pienso, como decía mi abuela, que en el pecado lleva ya la penitencia. Pero ¿pegar?¿que invadan mi cuerpo violentamente? eso me ha superado siempre, no puedo, los que me conocen lo saben. No hicimos nada, rodeados de amigos igual de enfadados y probablemente con las mismas ganas de liarla, cualquier acción del tipo pues volvemos y les damos dos collejas, hubiera sido contraproducente. Pasado el cabreo me hago preguntas. Yo sé que hay gente que llegó tarde al reparto de cerebros y que les dieron una esponja, y que en foros del tipo ultras fútbol o nacionalistas, estos esponjosos personajes encuentran el caldo de cultivo perfecto para canturrear sus limitaciones. Pero ¿qué le hizo pensar que mi amigo, que odia el fútbol, era del Madrid? Y lo que es más importante ¿y qué? Yo lo soy (más o menos) y eso ¿le da derecho a pegarme?¿cree que la masa va a defenderlo siempre?¿que todo el mundo va a agachar la cabeza?¿y si es un padre con un hijo cree que esta noche hubiera respirado por su nariz sin ayuda mecánica? Ahora ¿cómo le explico yo a Gus que esto del fútbol sigue molando?

3 comentarios:

Elena dijo...

Esa parte que habéis vivido, por desgracia, forma parte del futbol, pero es la más desagradable y violenta. El futbol (sin ser futbolera) creo que es más equipo, diversión, juego y entretenimiento...y si es con amigos, mejor que mejor. Un beso

Dudu dijo...

Difícil explicación tiene. El fútbol sigue molando y cabezas huecas los hay en todas partes. Vámonos un día a ver a Sandro jugar, a mi ese fútbol me mola más.

Anónimo dijo...

yo solo podria explicarselo de dos maneras:
1ª, Desde el espiritu amateur, ese que hace que te levantes el domingo por la mañana con frio, lluvia, nieve o un calor de cojones, a tus treinta y pico años para hacer lo que mas te gusta junto a tus amigos y celebrarlo despues ganes o pierdas con unas cuantas cervezas recordando los fallos qu tuvimos, lo viejos que somos o lo ordos que estamos.
2º desde el espiritu profesional, el orgullo que nos han hecho sentir 25 tios vestidos de rojo, no solo por ser español, si no por poder abrazarte al de al lado sin conocerle de nada y dandote igual sus ideales politicos, sexuales o religiosos, quiza eso le compense de cruzarse con un retrasado en un retrasado que tenia un mal dia.

sandro.