21 de julio de 2010

MÁS ALLÁ DEL FRÍO


Este fin de semana me adentré en ese mundo paralelo que hay en todas las casas. Está más allá del frío y uno siempre, como ocurre cuando tienes que bajar al trastero, encuentra peregrinas excusas para no aventurarse. Lo malo del trastero es que deja rastro, en forma de trastos pendientes en el recibidor, amenazantes y recordatorios. Algunos somos casi impermeables a esa presión psicológica. En cambio la pereza frente al mundo paralelo no deja rastro. Porque el mundo paralelo que hay más allá del frío no se ve. No se siente. Apenas se escucha. Todos sabemos que está ahí, y que es absurdo negarlo, porque sabemos que tarde o temprano tendrás que adentrarte. No es fácil, requiere de pericia, paciencia y valentía. Porque al otro lado uno puede encontrarse de todo. Recuerdo una vez en una casa de alquiler de estudiantes. Aquello fue apoteósico, porque, para nuestro asombro, no solo encontramos seres mitológicos al otro lado, sino que comprobamos que esa civilización paralela y mitológica era capaz de raptar utensilios y quién sabe si hasta personas ¡ coño, las llaves del coche ! Quizá, pensamos, allí encontró cobijo el último estudiante que no quiso pagar el alquiler. En mi caso, para el mundo paralelo debo ser como las fiestas del pueblo, que llegan una vez al año. Ahí me veis, con mi frontal, mis trapos, mi cubo lleno de agua, mi inseparable K7. En fin, ya tocaba, allá voy, empecé a tirar de la nevera...

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