15 de diciembre de 2010

MAL DÍA


Un mal día. Duermes cinco horas. Trabajas diez. La mala cara de tus jefes cuando las teclas se te caen a tu hora. Corres para recoger a H y que te de tiempo a pasarte por la M (de Mercadona) antes de que salga R. Algo de parque, que se lo merecen, y corriendo a casa. Descubres que el séptimo de caballería acampó por sorpresa en ella. Prisas. La cena. La comida de mañana. El desorden. La lavadora que pide paso. Los baños, hoy cortos, no hay tiempo. H y R que campan a sus travesuras. Papi, H me ha pintado con rotulador (indeleble) los pantatalones del cole. Mierda. Primeras blasfemias. Corre para que el rotulador no evidencie su esencia. Frotas. Chisporrotea el puré que preparas. El arroz te pide agua. La lavadora quiera emigrar a la secadora. H ha decidido tatuarse un peculiar cruce de carreteras en las manos. Frotas otra vez. Más blasfemias. R, que es mayor, se da cuenta y toma las riendas de su responsabilidad de hermano mayor. Y ayuda. A su modo. Recoge. A su modo. Abrazo de gracias. La cena. Por suerte serena y pacífica. Después, de premio al mayor, elige capítulo pre-sueño. Erase una vez el hombre. El puré se quema. La cocina parece un cuadro de arte moderno. La ropa no está preparada. H no quiere actimel. R que quiere ayudar y al final ambos participan en una obra conjunta con el lácteo como arma grafitera sobre el sofá. Mis pilas paciencilas agotadas. Y grito. Con ganas. Enfadado. No, R, no, las cosas de los mayores son de mayores, ahora mira, todo el sofá entero manchado. Llamas al SELUR hogareño en forma de universal trapo húmedo. H que dice ¿R porque lloras? Y vuelves al salón y lo ves, en medio de él, con un llanto contenido, apretando la barbilla frente al desastre, desorientado, desconcertado, compungido, traicionado. Y el alma y el mundo se te cae a los pies y te das cuenta de que no has estado a la altura. Y lo abrazas. Y le pides perdón. Y lloras con él. E intentas explicarle que ha sido un mal día y que su papá no es un superhéroe, sino un tipo normal al que el cansancio, a veces, le traiciona. Y le pides perdón todas las veces que haga falta. Y parece entenderlo, y hace un millón de años que el hombre descubrió el fuego... y nos gusta, de la mano a la cama, más abrazos. Pero el mal sabor dura. Mucho. Aun escrito esto parece que no termina de diluirse...

3 comentarios:

cricri dijo...

He llegado a tu blog y lo he disfrutado mucho, la verdad. Creo que es la primera vez que leo todas estas cosas y el que las escribe es un hombre. Te invito a pasarte por el mío y conocer a mis peques si te apetece. Seguiré acercándome,

Dudu dijo...

Mira que me suena esta historia. Además se repite de vez en cuando. Son cosas que pasan. Te has dado la respuesta, papi no es un superhéroe... ni falta que hace, ellos te quieren y te adoran como eres.

Elena dijo...

Tenemos días mejores y peores, somos humanos...tú has dado en el clavo, no somos superhéroes. bss