6 de diciembre de 2010

LOS 50


Algo he sacado en claro de todo esto, sin haber, por suerte, pisado un aeropuerto en estos días: cuando a un niño caprichoso se le mima mucho luego es muy, muy complicado meterlo en vereda. Y para los que hemos endiosado la huelga como el totem de la reclamación obrera, la chulería y macarrismo demostrado estos días por los controladores aéreos (como colectivo) me indigna todavía más. La huelga es algo muy serio, no podemos desprestigiarla con estas actitudes de matones de barrio pijo. Y otra cosa que he aprendido es que no es bueno regalar tanto poder de influencia a un colectivo tan pequeño de personas. Aunque no me deja sorprenderme su capacidad de acción conjunta. Yo, que llevo un año intentando cerrar una cena con una docena de compañeros de la universidad, no, es que hoy toca la flauta mi primo...
Ahora se me ocurre una escena, ese controlador que va al hospital con su hijo enfermo y ese médico tirándose de los pelos, no, no, no puedo con esta presión, me voy a mi casa, ahí se queda, señor...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)