Son unos pesados. En cualquier momento, no tienen respeto por mí ni por mi vida. Se presentan en cualquier momento y demandan mi atención sin contemplaciones. Y lo peor de todo es que son bastante convincentes, porque en la mayoría de los casos no logro escaparme y me atrapan, y acabo entrando en su juego, me ponga como me ponga. Y lo dicho, les da igual que esté en el coche, en el gimnasio, leyendo una novela, bañando a mis hijos, preparando la cena, cuando ellos quieren y como quieren. Vienen, lo revuelven todo y me obligan a pensar, a tomar notas. Incluso durmiendo, porque para mi desgracia ellos son insomnes, no necesitan del sueño, y se presentan cada noche cuando negocio la rendición con Morfeo. Y me cuentan sus preocupaciones, como les gustaría que fueran las cosas y hasta me discuten su propio devenir. Y no me queda otra que hacerles caso, así que casi todas las noches me duermo acurrucado en sus cuitas. Sí, así son los protagonistas de mi novela, unos auténticos pesados.
21 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
jajajajaj...es que son parte de ti, ya no podrás descolgarte de ellos nuncaaaaaaaaaaaaaaaa...
Abrazosssss y a por ellossss.
Publicar un comentario