No soy nada altruista. La verdad es que creo, además, que todo el mundo lo sabe: me muevo por un egoísmo más que evidente. Todo lo que hago lo hago por mi propia felicidad. Lo que pasa es que mi felicidad se nutre, en parte, de la de los demás, entonces puede parecer que hago algo por ellos, pero no, lo hago por mí. Ver a mi pareja feliz y saber que se siente querida me hace feliz. Ver a mis hijos crecer sanos y fuertes y espero que con unos valores adecuados, me hace feliz. Saber que hay personas que pueden contar conmigo cuando están en dificultades porque respondo, me hace feliz. Y lo que más feliz me hará, por encima de todas las cosas, es que todas estas personas que han alimentado mi egoísmo altruista me sobrevivan y puedan decir, eh, Larrey fue un buen tipo. Esa será mi contribución a la humanidad. Y que de mis hijos alguien pueda decir, dentro de decenas de años, eh, fueron buenos tipos. Sí, esa será mi meta.
29 de octubre de 2010
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