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Ser padres tiene una gama de infinitas maravillas. Todas plausibles, lógicas y esperables. Pero hay otras con las que uno no cuenta. Por ejemplo, hay que hacer esfuerzos, más o menos grandes, que suponen una pequeña satisfacción. Somos muy estrictos con la salud de nuestros hijos, y eso significa que, por ejemplo, jamás, jamás, les daríamos un producto caducado, ni por un día. Ayer abrí la nevera, revisé las fechas y ups, hoy mismo caduca la natilla de chocolate. Está bien, haré ese esfuerzo, lo haré por ellos. Y me comí una deliciosa natilla de chocolate.
1 comentario:
Este es el formato Padre-camión de la basura.
Se come lo que está a punto de caducar, lo caducado y las sobras de los hijos.
Yo muchas veces ceno el último y mi menú consiste en eso, las sobras de todos los demás.
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