Decidimos los madrileños pasar el fin de semana en la muy noble villa de Blascosancho, abulense tierra de los hidalgos Lumbreras y Arribas. Llevamos a la chiquillería con ánimo de que el aire del campo aliviara los síntomas de ese semi eterno y perenne catarro infantil. El sol brillaba en su reinado con lozanía, rondándole al viento dulces melodías sin nubes. Tras el obligado paso por el frontón y por todo lugar donde pudiéramos ponerle un botijo al Santo Mahou, decidimos pasarnos por el hogar de Machillo. Machillo es un lugareño, un agricultor que ronda las cincuenta primaveras, tan sencillo como rural, tan peculiar como auténtico. Tiene en su casa una bodega en la que el presente se rinde entre copas de vino manufacturado. Larrey, te doy del bueno, eh, del bueno. Con el día que lucía orgulloso sobre el traicionado invierno, iba yo con mis pantalones cortos y mi camiseta de la misma guisa, disfrutando del calorcito que el Dios Ra nos regalaba por entre las tejas ocres. Cuando nos presentamos en la bodega reclamando las delicias del Vaco castellano, Machillo me miró. Chasqueó la lengua, dejando que el vino le regalara una explosión afrutada de aromas etílicos y frunció el ceño. Pero muchacho ¿a dónde vas con esas pintas? Mis pintas eran las veraniegas ropas. Machillo, mira el día que hace. Pero hombre de Dios, que mañana aquí va a caer una pelona de tres pares de cojones, mañana hiela y hasta nieva si me apuras. Miré por la puerta y vi el cielo tan azul como evidente. Ay, este Machillo, pensé, siempre tan cachondo. Dejamos que el día se nos fuera entre los dedos del hedonismo y la risa fácil, corrimos por el campo, por las calles y hasta jugamos al pillapilla con las gallinas. Cuando las fuerzas nos vencieron, aprovecholo Morfeo para extender sus garras en forma de párpados perezosos y edredones nórdicos. Al despertarnos lo primero que hice fue abrir la persiana recordando las palabras de Machillo. El que yo quise ver como arrogante sol me deshizo las legañas y para mis adentros sonreí con urbanita suficiencia. Ay, este Machillo, siempre tan cachondo...Entonces abrí las ventanas para regalarme la calidez de un nuevo día y un viento helador me crionizó las pestañas. La madre del topo, pensé, este Machillo es un cabrón...
1 de marzo de 2011
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4 comentarios:
Hombre, a lo mejor simplemente vio el tiempo en la 1.
Coño, Dudu, que poco espíritu literario, leñe.
si le hubieras preguntado por las cabañuelas.......
Es que a mi me pasó algo parecido hace muchos años con mi suegro. Intenté averiguar cómo había sabido el tiempo que iba a hacer.. el determinado vuelo de un pájaro, un viento que entrara desde la sierra, un determinado tipo de nubes y me contestó, no, lo dijeron ayer noche en el tiempo de la primera... ja,jaja
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