15 de abril de 2013

EL NEGRO Y EL ANDÉN

El otro día en el vestuario del gimnasio no pude evitar cotillear una conversación. Eran dos chavales, no llegaban a los 20. Uno de ellos parecía español y su amigo, mulato tirando a negro, podría ser sudamericano, por su acento. El mulato hablaba de una situación desagradable que le había sucedido en la estación de Atocha, en Madrid. Como la frase empezó con un joder, no te imaginas lo que me pasó el otro día, pues lo siento, no pude evitar colgar el micrófono y con disimulo estar atento. Me dejé llevar por los prejuicios y pensé que se trataba de algún tipo de racismo. El caso es que estaba el susodicho esperando en un asiento, de esos dobles, aclaró, que tienen para sentarse delante y detrás, cuando se sentaron dos tipos detrás...y aquí hizo una muy profesional pausa dramática, ¡¡¡ y comenzaron a besarse !!! Joder, tío, que asco, estuvo al quite su colega. Ya te digo, que me la suda que sean maricones, pero no en mi cara. Amén de que esta última frase esconde la esencia del racismo moderno, esa que se resume en el chiste yo no soy racista, me da igual un gitano que el hijo de puta de un negro. Amén de esta evidencia, hay en la escena dos cosas que me entristecen sobremanera. Una que se tratara de jóvenes y de gays. Porque estoy seguro de que si hubieran sido dos chicas las que empezaban a besarse a su lado, las chanzas hubieran sido más del tipo, anda, me estáis poniendo cachondo o vosotras lo que necesitaís es un buen rabo. Y eso, viniendo de jóvenes, la verdad, me apena. Pero después está el punto de que el narrador era negro. En un país de blancos. Y que una persona que pudiera sufrir racismo por A lo ejercite por B, a mí, personalmente, me genera una indignación mayor, no lo niego. Y no dije nada, pero me dieron ganas de terminar de vestirme y decirle, pues mira, majete, yo soy maricón, ¿tienes algo que decirme? es tu oportunidad. Pero como otras muchas veces, cerré la boca y la abrí en este blog. Llamadme cobarde si queréis, pero soy así.

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