Tras la nostalgia, agazapada,
Está la muerte. Pacientemente
Aguarda. Sólo un viento, que brota
En la luz sin origen de estrellas
Pretéritas, entretiene a sus fauces
Hambrientas. Poco a poco las sombras
Extienden su manto de cenizas
Apagadas sobre la esperanza,
Difuminando el último pétalo
De la flor de la duda –insólita
Luminaria que destila vida-,
Y abriendo las puertas a la nada.
Mientras, las garras del exterminio,
Con su horrenda sonrisa, avanzan.
Pero aún en la mirada, un ansia
Hace frente a la postrer ceguera
Desgranando lágrimas candentes.
Y crece un rescoldo que ilumina
El pozo azabache del vacío,
Componiendo la débil barrera
Que remansa el agua del estigio
Esperando que un rayo de luna
Rompa el cielo. Pero está la noche
Calma. Y una bruma de cemento
Se alza como amenaza. Busco un
Suspiro de fuego que requiebre
Su alma enlutada. Tras la nostalgia,
Agazapada, está la muerte.
1 comentario:
Pero sabes, Poeta, que es el peor de los males; la esperanza era el último en esa pandórica caja, el más desesperante, angustioso y desquiciante de todos los daños reservados para el hombre
Y aún así, el calor de una mano abrazando la suya pudiera ser leve rayo de luna en la terrible espera
Publicar un comentario