7 de junio de 2008

OBJETOS

Siempre he pensado que los objetos tienen vida propia. Creo que ya hemos hablado de ello. Y si no la tienen al menos gozan de la capacidad de almacenar recuerdos. Y para un coleccionista de lo uno y de lo otro, esta es una realidad demasiado tentadora. Tengo en la retina los objetos clave de mi vida, mi guitarra, mi primer coche, el primer cassete que me compré (de los Beatles, por su puesto), las primeras nike fruto de quince mil kilos de uva, el primer balón de baloncesto, la primera bicicleta...Ahora me toca despedirme de mi primera cámara digital. Sí, ayer, cansada de hacer click, de robar momentos, de almacenar escenas, de secuestrar vivencias, decidió que su trabajo había terminado. Ha sido más de un lustro mi fiel compañera y más de doce mil instantáneas, no puedo guardarle rencor. Estuvo en París, en Berlín, en Venecia, acompañó los primeros pasos de mi hijo, sus baños, sus llantos, sus risas, ¿cómo puedo estar enfadado con ella?. No la voy a tirar, temo que dentro guarde pequeños pixels de nuestra vida y jamás me perdonaría que terminaran en un vertedero o recicladas en otras cámaras ajenas. No, ahí se quedará, como un recuerdo más de mi colección de recuerdos.

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