Hay algo oculto. Lo sé. Con lo que avanzan las tecnologías, que hoy todo el mundo puede hacerse una autofoto al tiempo que la cuelga en internet, que somos capaces de llevar una sonda a Marte o crear trenes que van a la velocidad de los aviones, hay algo oculto, seguro. Hay una asociación de madres clandestina, histórica y con un poder que te cagas, sino, no lo entiendo ¿Cómo es posible que a estas alturas del siglo más tecnológico de la historia de la humanidad los aspiradores de hogar hagan ese tremendo ruido? Yo os lo digo, es la misteriosa logia de la madre de adolescente. Los fabricantes nos engañaron a nosotros y supongo que engañan a los adolescentes de ahora. Nos hicieron creer que no había más remedio, que era impepinable para que aquel cacharro del infierno se comiera las pelusas hacer ese desagradable e incisivo ruido. Pero es la logia la que se encarga, como un poder oculto, de frenar los impulsos tecnológicos a favor del silencio. Es su venganza. Es la estratagema. Que tire, que tire la primera piedra la madre de un adolescente que jamás haya pasado un aspirador a las diez de la mañana de un domingo mientras sus hijos duermen la borrachera o lo intentan al menos. Canturreando y golpeando con el cepillo del aparato del demonio los rodapiés. En la adolescencia no hay resaca. Hay madres vengativas y fabricantes de aspiradoras solidarios. Ahora, en la madurez, hemos llegado a la resaca 2.0, en la que la aspiradora va de serie y está implantada en tu cerebro. Y no para, eh, venga y dale. La resaca 2.0 es eterna...
8 de abril de 2011
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