7 de agosto de 2009

SUBMARINISMO


Reconozco que es una sensación maravillosa. Una paz aplastante, una idea de grandeza te invade cuando te zambulles en el mar a hacer submarinismo. Tan solo dejarte caer por el agua de la piscina con cierta calma, sentir como el 100% de tu cuerpo está abrazado por el agua, como puedes subir, bajar, parar, acelerar a tu antojo, es lo más parecido a volar sin hacerlo. Si lo haces con botellas la sensación es todavía más intensa y duradera. Durante nueve meses trabajé poco menos que de submarinista para una de las empresas más grandes y deficitarias de este país: el ejército. Me regaló (es un decir), eso sí, una formación y un título de submarinista profesional. Después, un fin de semana a modo de canto de cisne y de mi afición, nunca más se supo, y mi título de Buceador de 2ª profesional con horas de trabajo a diversas profundidades y un descenso máximo de 50 metros, descansa con otras reliquias de lo que fui en alguna caja olvidada del trastero. Porque con el submarinismo, como con otras aficiones en mi vida (tipo viajar, por ejemplo) me he visto siempre impregnado de una especie de maldición, dicotomía económica temporal de lo más irónica: cuando he tenido dinero no he tenido tiempo, y cuando he tenido tiempo no he tenido dinero. Este juego de palabras tan cruel tiene una explicación tan sencilla como matemática (si a es igual a b...): si tenía dinero era porque trabaja, y si trabajaba, lógicamente, tenía menos tiempo que mis compañeros ociosos de la universidad. Reconozco que durante un tiempo me dio miedo retomar esa adicción, como un fumador fumarse un único cigarro. Pero ahora no, ahora pienso hacerlo en cuanto pueda, poco, mucho, agua dulce, salada, libertad, piscina cerrada, volveré a bucear y solo mis maltrechos tímpanos me lo impedirán. Es más, viendo como mi hijo se maneja con cuatro años, no me extraña que dentro de diez estemos la familia entera en una zódiac con los jackets y las botellas. Bucear, tantas veces he soñado que respiraba dentro del agua, lo echo de menos...

1 comentario:

Mari Sea dijo...

Ya sabes que uno de los mejores sitios para bucear es la Barrera del Coral y nosotros vivimos a un par de kilometros del puerto de Cairns. Cuando quieras, estais invitados.
yo he descubierto esa aficion hace muy poco, y ahora embarazada, se me ha terminado durante unos meses. Jaja, ha durado menos que canta un gallo.