Me ha dado por la jardinería. Y uno de los requisitos es el riego automático, que eso de la regadera ya no se estila. Así que visita a Leroy mediante instalé el sábado mi riego automático: el flamante y policromático (rojo y verde, para más detalles) aguauno práctico. De momento no llego a la veintena de plantas, pero la obra de ingeniería fue considerable, más de una docena de codos y recortes del tubo general y después las terminaciones del goteo. Ansioso que soy, incluso con siesta de por medio (prescripción médica) a las doce compraba el material y a las seis hacía la primera prueba. No niego cierta emoción de padre cuando vi salir el agua de los goteos. Quedaba el tema del programador. Compré el más barato y el más sencillo del mercado, tan sencillo es el aquauno práctico que tiene dos botones (el rojo y el verde) y un pilotito que es como el faro del cacharro. Las instrucciones son sencillas: le das al verde, calculas el tiempo, das al rojo y 24 horas después repetirá lo mismo. Hice una prueba y funcionó, pero fue a las seis de la tarde y durante apenas un minuto, no era lo que buscaba. Así que a las once de la noche, hora en la que me gustaría que mis plantitas bebieran, me propuse hacer la reprogramación. Y vino el problema. Según el manual luz verde y roja significa anular. Después al verde y repetir el proceso. Pero no hubo forma, aquello no sacaba una mísera gota. Así que plan alternativo, manual en mano busqué otra reprogramación: programación directa. Rojo y verde, después verde y esperar un minuto…mierda, el cronómetro, bueno, cuento 23, 24, 25… a los 60 segundos debía mantener presionado el botón rojo y al cabo de cinco segundos (otra vez 1, 2, 3…) contar los golpes luminosos, que representan cada minuto. Ahí me veis, afinando la vista y contando, doce, trece. Bien, listo. Me quedaba ver si de verdad había hecho algo. Si el galibo luminoso se enciende una vez cada dos segundos es que hay algo programado, si se enciende dos veces cada segundo es que no. Venga, vamos a ello. Uno, dos…espera, eso son los segundos. Uno…dos…pero leñe, ¿Cuántos segundos han pasado?¿es que este cacharro no está pensado para hombres? Un aparato para hombres debería decir, termine su cerveza, apriete el botón y vaya diciendo sí o no en función de lo que quiera. Abra una nueva cerveza para celebrar que todo ha salido perfecto. Eso sí que es un manual. Había que solucionarlo, porque o contaba luces o contaba segundos, venga, que nadie me ve, vamos con la mano, con la cabeza los segundos, con la mano las luces ¡¡¡ sí ¡!! dos segundos y una sólo galibo luminoso, he programado algo. Pero claro, para el día siguiente, maldita vigilia. Y aquí me tenéis, quince minutos antes, esperando como un nazareno a la salida del cristo, confirmando galibo sí, galibo no, cada dos segundos que lo que hice estuvo bien…digo yo. Pero llegado el momento, sonido celestial de clic que anticipa la apertura mesiánica de las aguas…y no, otro clic cuan beso de Judas me deja a las puertas de la gloria. Bueno, no de la gloria, del Leroy Merlyn, para devolver el fabuloso aquauno práctico…
12 de agosto de 2009
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3 comentarios:
Pensaba yo mientras te leía en tu veintena de plantitas...mmmm yo soy una enamorada de ellas,mi casa parece una selva por la gran cantidad que tengo en el patio(espero que sólo por eso...jejejj)pero ha llegado un cachorro de boxer a casa.AYSSSSSSSSSSSSSSSss..me despierto por la noche pensando en si estará estropeando alguna y eso que el samoyedo adulto que también vive en el patio lo tranquiliza...pero aún asi ha caido ya alguna.Digo...que menos mal que no tienes uno porque no te hubiese dado tiempo a terminar la instalación de tu ingenio acuario,por lo menos puedes cambiarlo por otro
besos y feliz riego.Por cierto ...la regadera tiene su encanto...
Conozco las destrezas caninas con las canalizaciones...
Y reconozco que lo mío es la manguera, así que en verano pondré el riego menos de lo necesario para tener que darles una alegría cada noche, me relaja regar, cosas más curiosas.
Creo que deberías haber dejado que la parte técnica del riego la hiciera Inma. Lo digo porque tu única neurona no podía contar los segundos y las lucecitas a la vez.
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