4 de agosto de 2009

MICROS


Toda la vida despreciando a los adictos, sin percatarse que él lo era. Puestos a sentir el síndrome de abstinencia, ¿qué más daba tiritar por la heroína que por los besos no recibidos?

2 comentarios:

ralero dijo...

No es lo mismo. Adictos al cariño somos todos, es condición humana (sólo los inhumanos, los embrutecidos, carecen de tal necesidad). La heroína, en cambio, no entra en nuestra condición, y poco a poco nos la roba, nos embrutece, nos va restando humanidad.

Abrazos.

Larrey dijo...

Lo que pasa es que mi personaje era demasiado suficiente, y despreciaba al adicto no por el origen y naturaleza de su adicción, sino por la debilidad de someterse a ella.
Pero Rafa, algún día haré un blog paralelo con tus apreciaciones, certeras siempre.