10 de agosto de 2009

POR BARBA


No lo va a negar, está excitadísima. Es un nerviosismo que le sube desde la espalda, le llega a la nuca y le provoca un incómodo tic en el ojo. Por suerte, piensa, ellos no se han dado cuenta. Porque “ellos” son la perfección, la puta cima del mundo. Samu, Ele y Danito. Los tres tíos más guapos y famosos del insti. Detrás está el resto del mundo, y tras el resto del mundo ella, la gordita, la fea, la Peggie del patio. Por eso le ha temblado la voz cuando ha dicho que sí. Mientras pronunciaba el monosílabo miraba a un lado y a otro pensando ¿mehandichodeverdadamíquemevayaconellos? Después han llegado al cuco adosado de Samu, cerquita del insti. Te invitamos a unas birras. Están en la cocina, entre risas, y bromean, y ella se siente tan querida y especial que ha olvidado por completo el miedo que le produce infringir una norma. Está faltando a clase, pero mira los ojos de Danito, los brazos musculados de Ele o los labios de dios de Samu y maldice contra su costumbre, ¡ qué coño ¡ Han bebido cerveza, mucha. Tiene la cabeza como abotargada, y todo pasa a una velocidad demasiado lenta. Pero le gusta, que este maravilloso momento de reinado perdure. Se han tocado, entre risas, han bailado, han hablado de sexo, de ropa interior. Ellos están en calzoncillos. Tía, es que hace mazo de calor, y los ve excitados, erectos. ¿Me gusta? se pregunta. Y sí, le gusta, le gusta saber que su cuerpo excesivo, que sus enormes tetas por una vez les haya puesto las pollas duras a los dioses de la escuela. Incluso se ha atrevido a tocarlas, bromeando sobre cual de ellas será la más grande. Después ha venido la competición, y ella, por su puesto, la reina del metro. Ganó Danito, pero por poco, protestan los otros dos. Ahora ya ni hay calzoncillos. Queríamos proponerte una cosa, dice Danito, más decidido. Queríamos que nos hicieras una mamada a los tres. En cualquier otro momento le hubiera tirado la lata a medio terminar y se hubiera marchado enfurecida. Hoy no. Hoy escucha. No lo harás gratis, te vamos a pagar 300 euros por barba. La lata sigue en la mano. La puerta cerrada. No se mueve, no sabe por qué, pero le gusta. Los tres están tan erectos como expectantes, sus cuerpos son de una perfección que ronda la humillación. Un silencio espeso. Ele, que sabe mejor que nadie tratar a las mujeres, se acerca a ella y le susurra al oído hazlo solo si quieres, el dinero te lo damos porque así ellos se sienten mejor, pero debes hacerlo por placer. Le han hecho cosquillas los labios y las palabras han sido como bombazos en su cerebro, boom, una barrera menos, boom la última que quedaba. Sí, lo haré. ¡ Bien ¡ ¡dabuten ¡ ¡ cojonudo ¡ La algarabía es generalizada. Los tres, camino del dormitorio van coreando su nombre, entre risas. Ele, el mejor, la lleva da la mano, mecida por la sonrisa más hermosa del mundo. La habitación es grande. La cama enorme. Siéntate. Samu parece el director del juego. Vamos a grabarte. Pero ella no escucha, no deja de mirar los culos que pasean nerviosos de una lado a otro. ¿Había visto antes tanta hermosura junta?¿tanta piel deliciosa mecerse ante sus ojos? Samu la enfoca con una pequeña cámara. Ella es la reina del placer, dice mientra la rodea, la auténtica diosa del sexo, nosotros sus esclavos. Reina, placer, esclavos, todo suena a delicia. Nos vamos a correr en su cara porque le gusta nuestro semen, lo necesita. Mientras Samu graba los otros dos han empezado a desnudarla. Eso ya no le hace tanta gracia, así que tuerce el gesto. Ele, el mejor, mira a sus amigos, solo queremos verte los pechos. Podría haber dicho tetas, tetazas, tetorras, pero no, ha dicho pechos, quieren ver sus pechos. Ella misma se quita la camiseta, y el sujetador, dejando al aire sus enormes tetas. Las acarician, mientas las pollas pululan frente a su boca. Samu lleva la suya tan cerca que siente por primera vez el aroma. Le gusta. La acaricia y sin pensarlo se la mete en la boca. Cierra los ojos un instante, se siente en la gloria, pero los abre pronto, quiere ver sus rostros. No lo sabe aun, pero busca en ellos el gesto de placer que la convierta, como dice Samu, en la diosa del placer. Una en la boca, las otras dos con las manos. Los tiene a los tres totalmente rendidos. Gimen y dicen palabras obscenas. Menos Ele, que sigue con su ternuda, sí, cariño, bésame quiero que me vuelvas loco. Ha perdido el control sobre su entorno, no sabe de quien es cada mano, de quien es cada polla, de quien es cada gemido. Samu es el primero que avisa. Me voy a correr, tía, que me corro, coño, pon la cara. Obedece, abre la boca y recibe una primera bocanada, directa y certera al labio superior, luego los gemidos de animal herido y pequeñas gotas que mueren en su lengua. Danito es el segundo. Espera, tío, que no tengo ángulo. Voy, coño, voy, yo en las tetas, tía, yo en las tetas. Coge la polla con la mano y la posa sobre una de ellas, sin dejar de moverla, hasta que descarga su leche de igual modo. El semen, caliente, le deja un regusto pegajoso hasta el pezón. Y queda Ele, como no podía ser de otro modo, el último. Se centra en su polla, se la mete en la boca como no había hecho hasta entonces, consciente de toda su presencia. Ele le acaricia el pelo por la nuca y sonríe. Hace que se sienta tan especial. Mi niña voy a sentirlo, no puedo más. Le separa la cabeza y le pide que abra la boca. Después llegan media docena de dentelladas calientes que se esparcen por su cuerpo, por el rostro y por la habitación. Hijo puta, el cojín de mi madre. Y el silencio, el espeso silencio antes de las risas. Ahí se acaba la empatía. Dejan sobre la mesita los 900 euros y Ele, con la última sonrisa, le trae una toalla del baño. Y desaparecen. Cuando se limpia, intentando contener las lágrimas, frente a l espejo se ve de nuevo terrenalmente gorda e irónicamente insignificante. Cuando sale los tres juegan frente al televisor. Se sienta a su lado. Pero no la miran. No la ven. Se levanta en silencio, coge su carpeta y sale. Cuando la puerta se cierra se siente sucia, y lo que es peor, más infeliz y sola que nunca.

3 comentarios:

dafne dijo...

Este relato me da penita...cuanto cambiarían las cosas si ella fuese una mujer medianamente y ellos unos hombres también medianamente...

Besos

Larrey dijo...

No nigo que ha sido difícil escribir este relato para esta sección, porque la pena y la empatía se imponen a la excitación, pero me lo pedía el cuerpo. Es más, creo que lo voy a retocar y trabajar y puede que sea mi cuento fetiche durante un tiempo, hasta puede que retome el gusto por los consursos con él...

Anónimo dijo...

La verdad es que eso no estaría nada mal
B