30 de mayo de 2011

IGUALDAD

Mi madre, además de una gran cocinera, fue una pionera de la igualdad. Cuando aquello de niños y niñas somos iguales era una quimera impensable, y el rosa y el azul batallaban en desigualdad mientras Mazinguer Z le pegaba bombazos a la Barbie, ella fue capaz de intoducir la dualidad de género en su forma de hablar con una naturalidad pasmosa. Ocurría siempre en un momento muy concreto de nuestro devenir diario. Era cuando al vaso de su paciencia ya no le faltaba la gota que lo colmara, entonces acudíamos alguno de sus vástagos con alguna variopinta solicitud del tipo mamá quiero una camiseta. Sí, claro- sentenciaba ella- una camiseta y un camiseto. Toma igualdad. Daba igual que la sugerencia fuera masculina (quiero dinero), o femenina (dame galletas), con una maestría sin género que ya la quisiera la ministra, daba la vuelta, trasmutando al masculino con el femenino, con arte torero: ni dinero ni dinera. Ni galletas ni galletos. De hecho empiezo a pensar que de ahí me nació la afición adolescente por el fútbol y la juerga, normal, con tanta pelota y tanto pelote...

5 comentarios:

Dafne dijo...

Pues ahora que lo dices...hago mi memoria y mi madre también era de las de la igualdad...jejejje,que bueno.
Besos!

Anónimo dijo...

Ufff...!!!! me ha encantado casi todo tu texto, pero cuando he llegado casi al final y has definido eso que hacen los toreros como arte, me ha desgarrado el alma. En mi opinión ha sido algo muy desafortunado, pero bueno, habrá que respetarlo.
Un saludo y a pesar de mi discrepancia, sigue adelante con lo que haces, me parece muy bueno.
Saludos

Elena dijo...

¿pelote?...o ¿despelote?, ja,ja,...digo, por dar un toque adulto al post. Un beso, una besa.

Larrey dijo...

En fin, anónimo, me has pillado con las manos en la masa (sin cocinar) con esto quiero decir que hay frases hechas que están por encima de su contenido. Por su puesto aceptando tu discrepancia, porque yo también la trabajo. Pero cuesta, por Dios que si cuesta...¿ves? ya me ha vuelto a pasar

Yuly dijo...

Lo peor de todo es que ahora soy yo la que le dice eso a su hija... ¿Me habré hecho mayor?