15 de enero de 2013

DESPISTE Y ANGUSTIA

Ayer, camino del trabajo, a la misma hora, con las luces de la ciudad en los mismos watios lechosos, con los semáforos danzando al mismo ritmo, tuve un momento de desconcierto. Conducía un piloto automático mientras mi cabeza y yo divagábamos por los devenires de nuestra existencia, intentando olvidar la ponzoña que nos rodea, cuando, en pleno túnel de la M30 fui consciente de que no sabía dónde estaba. No es una dramatización. Sabía quien era, que iba camino del trabajo, pero desconocía en qué punto del trayecto me encontraba. No sabía si había sobrepasado el Calderón, si había dejado ya aquella salida, o me faltaba poco para esta otra. Fueron segundos apenas, no llegó a un minuto, pero me sentí ciertamente angustiado. Y el ciértamente lo puso que sabía que iba a tardar poco en situarme, tal vez el final del túnel, o una nueva salida, una curva, me pondrían de nuevo en la tierra. Y además, sabía que esa situación era totalmente transitoria, casual. Le robé el control al piloto automático y supe dónde me encontraba. Pero el rescoldo de la angustia se quedó ahí, y es el que ahora azuza el fuego de este post ¿Sabéis en quien he pensado? En las miles de personas que sufren Alzheimer. Creo que durante unos segundos he sido privilegiado testigo de su angustia. Y digo privilegiado porque, repito, era consciente de su transitoriedad. Pero ellos no, ellos viven en ese creciente saber que saben que sabían sin saber como saber que saben. Una vez, y creo haberlo contado aquí, me fumé un porro de marihuana con la idea de emular a Truman Capote, después mi cabeza entró en un bucle extraño (me falta actitud con las drogas) y sentí durante largos minutos un paralelismo con la esquizofrenia, con ese no poder salir de mi propia cabeza, que me permitió entender muchas cosas de las enfermedades mentales. Pues ayer me ocurrió tres cuartos de lo mismo con el Alzhemer. Fue un nuevo master en empatía que me ha regalado mi subconsciente. Un par de horas después, ya en la oficina, sonó el móvil, vi quien era y contesté, ni corto ni perezoso, al teléfono fijo...así que ya no tengo claro si fue un despiste o es que mi versión matutina es bastante limitadita.

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