16 de septiembre de 2011

SER FELIZ

Hablando con un viejo amigo, nos pusimos al día de nuestros herederos, y los dos convenimos en que nuestro único objetivo como padres era que fueran buenas personas. Eso y que fueran felices, apostillé yo. Terminada la charla me quedé pensando en esta idea, los dos conceptos, no necesariamente contrapuestos pero tampoco compatibles en esencia. Y entonces llega la gran pregunta ¿buena persona y feliz o feliz y buena persona? Porque claro, puestos a elegir ¿qué es más importante? La tentación está clara: que sea feliz. Porque, en el fondo, como nos han educado como buenas personas, pensamos que uno sólo puede ser feliz si es buena persona. Pero no vivimos en el mundo de la gominola, en el país de los caramelos, en la calle de la piruleta. No, vivimos en un mundo real donde hay mucho hijo de puta suelto que es feliz de cojones. Quizá los padres de estos cabronazos también llegaron a la misma conclusión, pero ¿les llena la felicidad de sus hijos sabiendo que de por medio está el sufrimiento de otros?¿es la ignorancia voluntaria de la consecuencia de tus actos o el de los seres que quieres la que te habilita para sentir como tuya una felicidad fraudulenta y lesiva para con los demás? ¿Cómo valoraría la felicidad de un asesino su padre? Mami, soy ¡tan feliz! acabo de matar a una persona por primera vez...Así que lo tengo claro, que sea buena persona, así me hará feliz, y no dudo que, tarde o temprano, él también terminará siéndolo.

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