29 de mayo de 2012

KRAHE

Krahe, como lo fue Sabina, forma parte de mi despertar al mundo adulto. Fueron, en cierta medida, como otras lecturas y músicas, el acicate que necesitaba mi conciencia adolescente para crecer y tomar forma. Parte, pues, de los andamios de este blog, el rincón donde mi conciencia se siente más libre, son responsabilidad de sus letras. Aun tarareo en la ducha su "cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tu, por manitú". Ahora, verlo en el banquillo por escarnio a la religión, me sonroja. Me sonroja porque vivo en el mismo país y pago la justicia que ha llevado a trámite este ridículo proceso. Ha cocinado un crucifijo, un objeto sin vida (sí, sin vida) cuya carga simbólica es mucho mayor que la que tienen seres vivos (sí, vivos) como los homosexuales. Lo digo porque tal vez en ese banquillo debiera estar algún que otro prelado muy dado a cocinar su homofobia en las homilías. Hemos vivido engañados, pensábamos que corríamos libres hacia la libertad y la justicia desde que el enano de los pantanos nos dejara, y no es verdad, ahora tiran de la cuerda y retrocedemos lo andando con una facilidad pasmosa. Creíamos estar bajándonos del carro de la dictadura para subirnos en el coche de la democracia, y no, que va, nos lo tenían tuneado y debajo no hay más que hostias consagradas. Pero no pierdas las fe, y nunca mejor dicho, amigo Javier, que si vuelves a cocinar un crucifijo seguro que encuentras muchos, como yo, dispuestos a pedirlo de primero. No habrá banquillos tan grandes para albergarnos a todos. A mí me ofende, y mucho, que haya un ser capaz de matar a su hijo, dejándolo días agonizando en una cruz, para dar ejemplo a los humanos ¿Debería demandar a Dios? con la justicia que tenemos en España lo mismo se lleva a trámite.

1 comentario:

ralero dijo...

País, que diría aquel.

Abrazos.