26 de agosto de 2008

MICROS


Una voz. Eso era lo que buscaba. No era la de su marido. Ni la de sus padres. Ni la de sus hermanos. Ni de un amigo. Cuando sonó la puerta de la habitación del hospital y escuchó ¿puedo pasar?, lo supo, esa era la voz, esa era la voz que tras la explosión le había susurrado, tranquila, tranquila, todo saldrá bien.

1 comentario:

Dudu dijo...

Me ha gustado mucho. Bueno, muy bueno.
Estoy en el currele. LLevo todo agosto aqui clavado.