¿Quién me lo iba a decir?. Escaparme a un ciber para escribir. Que cosas tiene el verano, ¿verdad?. Tengo el mar detrás que ruge, con furia...bueno, la verdad es que si me fijo más creo que es el aire acondicionado del local, que ruge más que acondiciona. Pero sé que el mar anda por ahí, y también está enfadado, y eso me ha permitido a mí sentarme a escribir. Las vacaciones están siendo lo que esperaba, peques, peques, y más peques. Una cerveza en la terraza del pueblo, pasadas las once de la noche, con el cuello cuan periscopio para no perder de vista del todo al peque menos peque, es el acto más adulto que recuerdo en las últimas horas. Y no es una queja, que es una evidencia. Duermo poco pero me río mucho. Estoy tan cansado que algún día desearé volver a mi cama, donde los tractores no madrugan y sobre todo no lo hacen a cinco metros de mi ventantal. La vida en el pueblo es así, paz, playa, siesta (¡¡ qué siestas !!) y cerveza con los amigos en uno de los dos bares que siguen abiertos (el 33% de los bares han cerrado este verano...vamos, el tercero que había). Y las olimpiadas, que me acompañan en los madrugones paternos. He descubierto que al recién llegado le gusta más el baloncesto que la natación, la esgrima que el ciclismo y sus puños que cualquier otro juguete. También he descubierto que a los dos meses ya se puede tener la sonrisa más bonita del mundo.
Así son mis vacaciones, con estas escapadas para ver si el banco me da o no un susto, para comprobar que el trastero sigue vivo, latente, y para dejarsos estas letras. Así es mi vida cerca del mar, en la tierra de siempre...aunque antes de que quiera darme cuenta mi coche será engullido por uno de los túneles de la M30 y olvidaré por completo que había un mar, una plaza, un bar de pueblo...
Así son mis vacaciones, con estas escapadas para ver si el banco me da o no un susto, para comprobar que el trastero sigue vivo, latente, y para dejarsos estas letras. Así es mi vida cerca del mar, en la tierra de siempre...aunque antes de que quiera darme cuenta mi coche será engullido por uno de los túneles de la M30 y olvidaré por completo que había un mar, una plaza, un bar de pueblo...
1 comentario:
Uf, yo no quiero trabajar más. ¡Qué pereza!
Quiero vivir como un niño que crece pero que no renuncia a nada de su niñez. Quiero vacaciones de 3 meses, más semana blanca, Navidades y Semana Santa.
Quiero no tener más responsabilidad que levantarme por la mañana para luego hacer lo que me apetezca.
Quiero que me toque la lotería para vivir sin trabajar.
¡Haría tantas cosas divertidas!
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