26 de agosto de 2008

LAS SOMBRILLAS

Siempre pensé que la prolongación básica del pene era el coche. Cuanto más grande, cuanto más potente, cuanto más ruidoso, mejor. Desde que soy padre muchas cosas han cambiado. Por ejemplo, ahora me importa más lo que va y como va dentro de un coche que la potencia del mismo para, por seguir con el símil, penetrar en los túneles. Otra de las cosas que ha cambiado es mi relación con la playa. Ahora madrugo y me cruzo con otros padres y muchos jubilados paseantes. Antes, llegaba al medio día y pasaba más tiempo en el chiringuito que en la arena o en el agua. Además he empezado a utilizar objetos hasta entonces impensables como la sombrilla. Y me he dado cuenta de la importancia que le damos los hombres a nuestra sombrilla, que sí que es la verdadera prolongación de nuestro pene. Es todo un ritual. Colocarla y hacerlo bien es un toque de carácter indispensable para el jefe de la manada. Y la industria se ha dado cuenta de ello y las hay incluso tuneadas para llegar al suelo con mayor certeza. Un día de estos vendrán con un taladro eléctrico. Lo que digo no es algo anecdótico. Basta ver la cara de un hombre cuando su sombrilla, mecida por la leve brisa, pierde la verticalidad y cae al suelo. El gatillazo sombrellilero es todavía peor que el de la cama, porque el de la cama lo ve tu pareja y nada más, y depende de su discrección y la tuya que no salga de entre las sábanas. En cambio, ay amigo, cuando es tu sombrilla la que da con sus alambres en la arena es toda la playa la que se entera, y te miran con recelo, menudo padre, si ni tan si quiera es capaz de dejar una sombrilla bien puesta. Y te pasa como cuando te caes en la calle, que antes de comprobar si te has roto el tobillo te cercioras de que no te ha visto nadie. Y después, después, sí, después te acuerdas de la madre del topo (topota madre).
Tengo que decir en mi favor, que durante todo el verano ni una sola vez mi sombrilla cedió ante el viento. Y no es que fuera la Rocco Sigfredi de las sombrillas o algo así, sino que en el barrio me llamaban McGuiver por algo, así que diseñé algún que otro sistema adicional para que todo estuviera en su sitio. Ya se sabe, el viagra de las sombrillas, silencioso y eficaz.

1 comentario:

ralero dijo...

No sé si será o no prolongación del pene, pero desde luego es mejor tenerla bien metida. He visto volar sombrillas y estar a punto de ocasionar una tragedia.

Abrazos.