28 de agosto de 2008

Con toda la alegría de mis trastos damos la re-bienvenida a nuestro querido Capitán Ñ, que ha vuelto con la misma energía crítica que le recordábamos.
Intimidad y Privacidad

El accidente del avión de Spainair la semana pasada ha puesto de manifiesto que los medios de comunicación, sea el que sea, son cada día más amorales y menos éticos. Sólo cuenta vender.

De pronto la manada de becarios veraniegos, aquellos redactores de a pie que en sus vacaciones se encontraban en Madrid y los que estaban trabajando, han encontrado el filón para rellenar las páginas y las horas que siempre cuesta cumplimentar en pleno mes de agosto.

El morbo se ha puesto de moda y los periodistas no dudan en correr para colgarse la medalla a la noticia más escabrosa o sensacionalista, aquella que hace que el lector o el oyente se aferre a la agonía y desee no padecer el dolor del otro.

En lugar de informar y dar la noticia, ha habido un accidente aéreo, han muerto tantas personas, se investigan las causas, etc, el objetivo es la carnaza pura y dura. Unos señalan que ha habido negligencia de la compañía porque no cumplía los controles de mantenimiento que debía pasar, también se habla de error humano de los pilotos, a los que no creo tan gilipollas de intentar volar sabiendo que ponían en peligro su vida, y por supuesto, desde algunos medios se ha echado la culpa al gobierno, cómo no, pese a que, a diferencia del accidente del Yak 42 se han puesto todos los medios materiales para que al menos, el menor de los consuelos que les queda a los familiares, recibir los restos de su ser querido, se cumplan, cueste lo que cueste y se tarde lo que se tarde.

Hemos pasado la frontera de lo moral ya hace tiempo. Ahora lo que prima es la carnaza, cuando lo que ha pasado es simple y llanamente un accidente. Habrá que exigir que las empresas cumplan sus controles (no como pasó con el Yak), incluso hacer esos controles más rigurosos si fuera necesario porque se consideran demasiado ligeros (se sigue la normativa europea). Y habrá también que pensar, que todos los días, desde todos los aeropuertos de España y ya no digo desde el resto del mundo, despegan cientos o miles de aviones que sobrevuelan el cielo y aterrizan. Y lo refleja la estadística, pese a que no crea demasiado en ella, que de vez en cuando se produce un accidente.

Cada día, casi cada hora, se produce en España un accidente de automóvil. Cada día, casi cada hora, se produce en España un accidente en el trabajo. Los accidentes de automóvil a veces son horrorosos y muchas veces tienen víctimas mortales, pero sin embargo los medios no se hacen eco de lo maravilloso que era cada uno de los muertos en esos accidentes, a diferencia de lo que ha pasado con este accidente.

Por favor no me graben, pensaba yo el otro día que les deberían decir los familiares a las cámaras que morbosamente captaban las imágenes de cada uno de ellos, no tienen derecho a hacerlo, no les han pedido permiso y tienen derecho a la intimidad. Nadie, absolutamente nadie, tiene porqué saber, a no ser que yo lo autorice, si un familiar mío a muerto.

Recomiendo a todos los medios de comunicación que tomen nota e incluyan en su libro de estilo del próximo año las siguientes definiciones que hace el Derecho a la intimidad y a la privacidad de la persona:

La Intimidad es la parte de la vida de una persona que no ha de ser observada desde el exterior, y afecta sólo a la propia persona. Se incluye dentro del “ámbito privado” de un individuo cualquier información que se refiera a sus datos personales, relaciones, salud, correo, comunicaciones electrónicas privadas, etc. Es el derecho que poseen las personas de poder excluir a las demás personas del conocimiento de su vida personal, es decir, de sus sentimientos y comportamientos. Una persona tiene el derecho a controlar cuándo y quién accede a diferentes aspectos de su vida personal.
La Privacidad es la parte más profunda de la vida de una persona, que comprende sus sentimientos, vida familiar o relaciones de amistad. Según dicta el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.
No sabemos aún qué pasó exactamente. Dejemos actuar a los técnicos, a los que saben, y por favor, señores periodistas y opinadores de alrededor, cállense y por una vez escuchen, investiguen y entonces, informen, que para eso se les paga, o eso creo.

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