17 de mayo de 2013

TELEADOCTRINANDO

Primero fue que el cirio para encontrar trabajo y ahora que las visten como putas. Porque las cosas claras y el chocolate del bueno. Y a mí que todo me suena a represión sexual: cirios, minifaldas...me huele a cura, sacristia y erección reprimida (por ahora) bajo la sontan. Un reportaje, que es lo más parecido a un virus que tiene el telediario, explicaba que ellas, nuestras hijas, no tienen la idea de estar provocando, pero a lo mejor quien las ve si lo ve como una provocación. De esto a un juez dando la libertad a un violador porque la violada llevaba minifalda hay un salto de zaping. Recuerdo con cariño esos momentos de primeros calores en la universidad, cuando las muchachas, después del rigor del invierno, estaban deseosas de lucir su piel. Y jamás me sentí provocado ni tuve el más mínimo deseo de violar a ninguna de ella. Luego nos rascamos las vestiduras con los burkas, pero es puta envidia lo que tienen algunos de la pasarela Alá. Estamos a un paso de la pata quebrada de la que hablaban nuestros abuelos. Nosotros, hasta ahora, hemos protegido a nuestros hijos, con mucho esfuerzo, de los telediarios. Nos parecía que era muy pronto para conocer la maldad del ser humano con la crudeza con la que las televisiones suelen tratar las noticias. La sangre vende, así que no, hijo, el telediario no, caca. Pero ahora lo que me da miedo son las soflamas ultraderechistas y conservadoras que, poquito a poquito, nos van colando. Que si hoy las velas te salvarán. Que si mañana tu hija que va con minifalda, provocando ¿es que no lo ves? Mi apuesta para el próximo: estudio de reputados psicólogos diciendo que los hijos de padres homosexuales son todos infelices. Al tiempo. Así que he decidido mantener la profiláxis televisiva, pero esta vez no por el miedo a la sangre, sino por el miedo al adoctrinamiento conservador.
Señores del Rouco Tee, que sepan que el problema no está en el escote o en las minifaldas, no, está en las cabezas, en la de arriba y en la de abajo, y sobre todo en aquellos que no saben que quien debería mandar es la de arriba.  

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