2 de junio de 2011

ESE MALDITO PELO

Recuerdo mis espaldas imberbes de nadador y siento nostalgia, que parece un sentimiento al que me he hecho adicto con la madurez. Nunca he sido un tipo especialmente peludo, y eso me gustaba. Igualmente recuerdo como empezó todo. Una mañana, frente al espejo, con el escorzo necesario, descubrí un pelo en la espalda. No era una pelusilla como la que pudiera decorar los lomos de mi infancia. No, era un auténtico y genuino ejemplar. Lucía hermoso en mi omóplato derecho, altivo como una bandera. No le di importancia, soy de los que piensan que todo lo que está en el cuerpo, cuelgue o no, tarde o temprano alguna utilidad tendrá. Pasó el tiempo y me olvidé de él. Hasta que otra mañana descubrí que había llegado un compañero. Quizá no tan arrogante, pero pelo al fin y al cabo. Y a ellos dos se les unió un tercero, y un cuarto, un quinto...así hasta hoy, cuando ya no puedo presumir de espalda imberbe. He llegado a la conclusión de que aquel pelo misterioso, que llegó a mi vida y a mi espalda por sorpresa, no era un pelo cualquiera, no, era un pelo guía, el mismísimo Indiana Jones del universo capilar. Su misión era clara: explorar, plantar su folículo en mi papíla dérmica y dar aviso al resto. Me han invadido, y pienso que la culpa fue mía, quizá debí enfrentarme a aquel Indiana Jones con las infalibles pinzas de depilar de mi madre...

1 comentario:

Elena dijo...

ja,ja,...en breve tu chica dormirá con un OZITO...je,je