14 de noviembre de 2023

 DE CARA: 

De todo esto que nos tiene un poco inquietos a unos y cabreados a otros, hay un tema que, a mí, me preocupa más, quizá, de lo que debiera. No entiendo, con el objetivo claro de que no haya nuevas elecciones, que Pedro Sánchez y su equipo anden tan esquivos con la verdad. Caminando sobre el alambre entre las medias verdades y las medias mentiras. La franqueza ha llegado tarde. Eso significa o que tienen miedo a no lograr el objetivo, legítimo pero irrefutable, pues si hubiera unas nuevas elecciones nadie creería ya lo de no a la amnistía, o que nos toman por tontos. A los votantes de izquierdas, digo. Tenemos tragaderas, parece mentira que no nos conozca. Un poco de confianza y mucha sinceridad. Vamos a hacer esto porque necesitamos hacer lo otro. Nos gustaría no tener que hacerlo, pero los votos, los vuestros (los nuestros) nos han llevado hasta aquí. Y punto. Es legal. Legítimo. Moral. Digan lo que digan desde la caverna. Lo que no es ninguna de las otras tres cosas es esconderlo más allá del momento en que era evidente. Hasta que las urnas hicieron el reparto, se podía pensar que no sería necesario, y si no iba a ser necesario se podía obviar. Pero ¿ahora? Ahora hay que ser consecuentes, valientes y francos. Los españoles no somos tontos, pero necesitamos ciertas explicaciones. Que no van a convencer a los nostálgicos que Paquito Rana lo sabemos, pero el resto también merecemos un esfuerzo. Ah, y un consejo, si se me acepta, para los próximos comicios: menos categorismos y más mano izquierda. Llenarse de barro es condicionar los pasos futuros. Si no se hubiera negado con tanta vehemencia el sapo que ahora se ha tenido que tragar, algunos, entre los que me incluyo, no estaríamos tan escamados. 

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