24 de diciembre de 2011

MÁS ALLÁ DEL ÉXODO

El último caballo

Tanto tiempo buscándote,
volando como un pájaro
al que el sol le ha volado
la luz de la mirada,
para acabar así:
con este miedo a verte,
certeza de saber
que, agotadas, mis alas
jamás podrán salvar
el abismo sin límites
que de ti me separa.
Y de este lado huero,
donde el anhelo es nido
de la triunfante víbora
de la melancolía,
el tiempo se me escapa,
huyendo como un gamo,
asustado y herido,
por un cerco de espejos
donde yo soy el gamo
y el tiempo la jauría.
Pero esta combustión,
fatal olvido a fuego
lento, ya nada importa;
por mucho que se alargue
el círculo vicioso
de esta absurda carrera,
sé que no alcanzaré
la luz de una guarida
donde poner a salvo
las cenizas sin brío
del galope del viento.
Quisiera ungir mis alas
con un sueño de abejas,
y elevarme hasta el sol
para ser abatido
por la baba de insomnio
que destila amarilla,
para ser un relámpago
que descarga en un lapso
su fulgor prodigioso,
y se extingue en un trueno
para nunca haber sido.
Cualquier cosa mejor
que en la noche, en la niebla,
en esta tempestad
que me hiela el aliento,
ser frente al faro un barco
fantasma que varado
naufraga a la deriva.
Tanto tiempo buscándote,
para acabar así:
huyendo de tu luz,
y buscando en el sol,
la sombra que, piadosa,
me abata de un zarpazo
al pie devastador
del último caballo.

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