27 de diciembre de 2011

LA COLILLA DEL DE LA COLILLA

Tengo un sueño, una fantasía, yo diría que casi erótica. Lo pienso muchas veces, tantas como me encuentro a personajes de este tipo en los semáforos o atascos. Seguro que te los encuentras tú también. Abren la ventanilla y como si tal cosa, tiran su paquete de tabaco gastado, el clinex con los mocos o una colilla encendida. Entonces es cuando me dejo llevar. Me imagino que tiro de freno de mano, que me bajo del coche, que me acerco al suyo, que doy esos molestos toques con los nudillos en el cristal y cuando lo baje le meto el objeto abandonado con un despectivo perdona, se te ha caído esto. Lo reconozco, la erección en el caso de la colilla encendida es máxima. Y después se enciende el semáforo y nos ponemos en marcha, dejando uno la evidencia de su cercanía al mundo porcino y el otro su excasa valentía. Y me consuelo en el camino pensando que la colilla que ha tirado no será la más pequeña que tendrá cada día ese tipejo entre sus manos. Porque los cerdos al volante son equipos que vienen con poca memoria y un pendrive diminuto.

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