16 de diciembre de 2011

EL ESCRITOR

La figura del escritor atormentado, mujeriego y borracho sigue teniendo tirón. Lo veo en la serie Californication, donde el agente Madler se ha convertido en Hank Moody, un escritor que tras un sorprendente best seller se lanza a una espiral de drogas, sexo y alcohol. Evidentemente hay fantasía en esta historia, y no está tan siquiera en que resulte creíble el, por otro lado increíble, éxito del protagonista con las mujeres, sino que con esa vida siga teniendo el cuerpo que atesora. Músculo y vida insana no son un binomino habitual. Y no hay nada nuevo, la figura de un oscuro escritor atormentado es un trend topic de la literatura y el cine de siempre. Lo cual me complica las cosas, porque yo si huelo el whisky es porque alguien ha dejado en el súper una botella abierta cerca del están de la mahou. Tengo una vida estable, con una pareja a la que adoro y unos hijos a los que me entrego con cuerpo y alma. Voy a las tutorías, sé sus números de zapatos y la dosis de apiretal correspondiente. Así que me va a resultar cómodo pensar que mi vida estable es, en realidad, la razón de no triunfar en la literatura. No es que mis novelas sean malas, sino que yo soy un padre al uso y eso no casa con la figura de escritor de éxito...me quedo mucho más tranquilo.

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