14 de noviembre de 2011

EQUO

Tenía una esperanza. Lo reconozco, nacía y moría en una imperdonable ingenuidad, porque a mis casi 40 años soñar algo en el campo de la política es abonarse al fracaso. Pero Equo era una brisa de aire fresco que parecía arrastrarse desde los monzones del 15-M, esos que nos hicieron a muchos mirar al cielo político como nunca lo habíamos hecho. Y me dejé llevar. Ayer recibí una carta en el buzón. Era propaganda electoral, de Equo. Os parecerá ridículo, pero me sentí traicionado. Pensé que un grupo político que ha entendido el cambio de los tiempos, que tiene conocimientos y actitudes para entender que en las redes sociales está el futuro del márketing y el presente de la comunicación, y, sobre todo, un partido que enarbola la bandera del ecologismo, no iba a caer en el caduco y desleal con la naturaleza envío de propaganda electoral en papel. Es sencillo y reciclado, lo sé, pero creo que hubieran dado un paso al frente, digno y rentable, seguro, si hubieran anunciado que no malgastarían papel y que los árboles del Amazonas no financiarían involuntariamente sus promesas electorales. Pero está visto que, salgas de donde salgas, si eres un partido político un voto lo vale todo.

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