19 de abril de 2024

 EL NIDO Y MI EGOISMO: 

Cuando digo que soy una persona extremadamente egoísta, la gente piensa que es una especie de falsa modestia o algo así, para esconder mi naturaleza altruista. Pero no es verdad, hasta el acto más generoso que puedas auditar en mi pasado más reciente respondía a una necesidad propia. Cualquiera. Todos. Absolutamente todos, incluso cuando ayudé a bajar las escalera a aquella madre con el carro gemelar. Os pongo un ejemplo. Una familia de aves (soy la antítesis de Rodríguez de la Fuente, así que solo os puedo decir, sin tirar de google, que son negros y de pico amarillo) ha decidido anidar en el brezo de nuestro jardín. Lo descubrí una tarde como hoy, sentado, leyendo o escribiendo. Dos pájaros rondaban sin parar a mi alrededor y, lo más curioso, ambos con alimento (en algunos casos todavía vivo) atrapado en sus picos. O en una especie de locura transitoria me habían adoptado como su hambriento polluelo, y digo locura porque es evidente que hambre, lo que se dice hambre, no debe parecer que paso, o tenían por ahí a la prole. No tardé en localizarlo, aunque habían sido bastante eficientes en su ocultación. El caso es que, seamos sinceros, una familia de pájaros donde tú tienes las sillas para sentarte a leer o tomar una cerveza, no es una buena idea. Los pájaros, por lo general, ni respetan el entorno de lectura ni tienen la costumbre de defecar en los espacios habilitados para ello. Podría desahuciar a la familia de mi terraza. Pero no lo hago. Y ahí es donde voy. Y me quedo quieto no pensando en ellos, en los polluelos, en los padres, o en todos a una. No, lo hago pensando en mí, en cómo me sentiría si yo perdiera mi casa y no tuviera donde pasar la noche ni donde alimentar a mis hijos, mi prole. Y más aun asumir el fracaso, yo, que había decidido, que había elegido, el lugar y había construido un hogar (un nido) a prueba de injerencias humanas, de no haber tomado la decisión correcta. Por no asumir ese fracaso, pienso pasarme la primavera limpiando cagadas de pájaro de mis sillas y mesas. En realidad por ser incapaz de no empatizar...

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