12 de abril de 2024

 ATHLETIC:

Hay varias razones para que tenga un pequeño corazoncito rojiblanco y norteño. La primera, y supongo que la principal, fue mi abuelo; como tantos en su época y más para alguien de izquierdas, ser del Bilbao era casi una obligación. Pero eso entró en conflicto con mis primeros años de futbolero, cuando ya era más de las personas que de los escudos; eso sí, una vez la persona me arrastraba, la camiseta se hacía mía. Y yo era de la Real porque era de Arconada. Después llegó Butragueño y la historia cambio...hasta hoy. 
Adyacente a todo esto, de índole futbolero, está lo que yo llamo el síndrome del Sil. Ya sabéis, ese río que carda la lana mientras la fama se la lleva el Miño. Pues la filosofía tan particular del Athletic (que no comparto) lo convierte en un luchador en condiciones desiguales. Eso le da un toque romántico a su escudo, a su historia y a sus victorias. Por eso me arrastra, porque tengo la tendencia de colocarme de parte del débil; por lo general, y en lo particular en el deporte, por ese lastre ancestral de todas las historias del David frente al Goliat que nos han ido metiendo a "roscachapa". Por eso me alegré con el título de copa; por eso estaba nervioso en los penaltis. Y aunque viendo las calles de Mallorca llenas de euforia también se me habría puesto la carne de gallina (me pasa con cualquier alarde colectivo de felicidad) con lo de ayer en Bilbao se me pusieron los pelos, directamente, como escarpias. Aupa pues.  



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