26 de diciembre de 2023

 DECEPCIONES REALES:

Imaginad, mi hijo no se ha ido esta mañana dejando la habitación recogida. No ha sacado todos los juguetes que todavía tiene en un armario, que es como su santuario a la infancia perdida, para poder quitar el polvo. No ha sacado la cama supletoria para aspirar y fregar por debajo. Ni ha pasado un trapo por las juntas de las ventanas, que no ha desmontado para poder limpiarlas por fuera. No ha usado el Pronto para adecentar la puerta. Yo podría sentirme decepcionado pero ¿quién sería el responsable, él por no estar a la altura a mis expectativas o yo por poner en él unas expectativas inalcanzables? Me inclino por lo segundo. Eso me pasa a mí con el Rey (éste y el anterior, que de tal palo...) He escuchado a varios políticos decir que el discurso de Navidad de su majestad ha sido decepcionante. Pues la culpa no es del Rey, amigos, sino vuestra, por esperar algo distinto. Por esperar, en realidad. Para mí ha estado a la altura, la de siempre, no hay necesidad de explicaros donde la pongo yo. El discurso del Rey ha estado a la altura de su emisor. Punto. Lo contrario hubiera sido una sorpresa.



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