28 de diciembre de 2023

 AL MENOS ES MÚSICA: 

No me gusta nada, pero nada, nada en absoluto, la música que escuchan mis hijos. Sobre todo el pequeño. Simplona, oportunista, facilona y misógina, no diría que necesariamente por ese orden. Y, en cambio, me gusta que la escuche, al menos escuchan música. Cuando me atronan los oídos en sus largas duchas (es una tarea pendiente la de reducir el consumo, mea culpa) me siento satisfecho y me imagino a mis padres renegando de las estrofas roqueras de Barón Rojo cuarenta años atrás. No tengo ese sentimiento de superioridad generacional. Lo veo en clave literatura, campo en el que no he tenido tanta suerte, salvo que decidieran decantarse por Mein Kanpf, me bastarían con que leyeran. Viéndolos con un libro en la mano ni se me ocurriría cuestionar las orientaciones de su afición lectora. De momento es ciencia ficción, pero no pierdo la esperanza. Por eso tampoco digo nada sobre su música, salvo que me pregunten y compensar de vez en cuando con lago de rock, y mucho jazz, que últimamente nos acompaña en las horas de lectura, que en su caso son de perrería sin más o de consulta del móvil. Escuchan música, es lo mínimo que puedo pedirles, de ahí todo será mejorar. Poco a poco...

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